NIDIA PAOLA CASTILLO-VÁZQUEZ, TANIA SIQUEIROS-CENDÓN Y QUINTÍN RASCÓN-CRUZ: Biocombustibles: estrategias limpias para
combatir la crisis energética
La utilización de biocombustibles implica una
reducción en la emisión de gases de efecto invernadero
provee nuevos ingresos y oportunidades de empleo
en zonas agropecuarias (Naik et al., 2010), con lo
cual se puede evitar la migración del campo a las
ciudades, evitando la sobrepoblación, provocando un
efecto positivo en la calidad de vida tanto de la
comunidad rural como de la urbana.
(
GEI), como muestran los valores calculados por
Havlik et al. (2010), de acuerdo a los parámetros de
CONCAWE/JRC/EUCAR y Renewable Fuels
Agency, presentados en la Cuadro 1.
Estos datos revelan que el reemplazo de
combustibles fósiles por biocombustibles representa
una reducción del impacto negativo que provoca el
uso de combustibles en el ambiente; reducción
originada por la disminución en la cantidad de dióxido
de carbono emitida al ambiente, lo cual es el principal
factor antropogénico que contribuye al calentamiento
global (Maas et al., 2008).
Clasificación de los biocombustibles.
Dependiendo de la materia prima utilizada para
la obtención de biocombustibles, éstos se clasifican
en: primera generación, aquellos obtenidos de cultivos
alimenticios como maíz, sorgo, trigo, cebada; segunda
generación, a los producidos a partir de residuos de
procesos agroindustriales o forestales (Antizar-
Ladislao y Turrió-Gómez, 2008); y los de la tercera
generación, que abarcan el biocombustible extraído
a partir de microalgas y otras fuentes microbianas
Cuadro 1. Ahorro en la emisión de gases de efecto invernadero
(
GEI) a partir de la sustitución de combustibles fósiles por
biocombustibles. Se expresa en gramos de CO equivalente por
2
(Chisti, 2007; Patil et al., 2008;).
MegaJoules de combustible utilizado.
Además de estos tipos de biocombustibles, existe
la clase denominada biocombustibles de cuarta
generación, la cual solamente existe en fase teórica,
ya que solamente se conoce la posible ruta de síntesis,
y se fundamenta en la utilización de bacterias
genéticamente modificadas, capaces de transformar
Ahorro en GEI
Biocombustible
Etanol
Materia prima
(
gCO eq/MJ)
2
Maíz
35.58
Etanol
Caña de azúcar
Canola
59.99
41.18
38.79
anhídrido carbónico (CO ) en biocombustibles
2
Biodiesel
Biodiesel
(
Álvarez-Maciel, 2009). Actualmente, sólo se
encuentra disponible a nivel comercial la tecnología
de biocombustibles de primera generación, siendo los
mayores productores de bioetanol: Brasil, que emplea
caña de azúcar principalmente, y Estados Unidos,
que utiliza maíz (Foust et al., 2009; Martínez et al.,
Soya
Etanol
Biomasa lignocelulósica
Biomasa lignocelulósica
63.10
77.60
Metanol
2
009;), lo cual provoca preocupación por el precio y
Adaptado de Havlik et al., 2010.
el suministro de alimentos; por lo tanto, existe un
interés mundial en el desarrollo de tecnologías para
la producción de biocombustibles de segunda
generación (Foust et al., 2009). En México se
deberán proponer programas de largo plazo para la
utilización de caña de azúcar para la producción de
bioetanol y su escalamiento progresivo para la
sustitución de la gasolina por mezclas que contengan
bioetanol (Viniegra, 2007).
Económicamente hablando, la importación de
petróleo o sus derivados ha llevado a la alza de precios
lo que genera un circulo vicioso (Yang y Wyman,
2007), además de provocar conflictos bélicos debido
a la demanda de petróleo extranjero (Sheehan y
Himmel, 1999), razón de alarma mundial. Dichos
problemas pueden evitarse mediante la producción y
utilización de biocombustibles, los cuales suponen la
superación de dicha dependencia al petróleo, viéndose
reflejada en la satisfacción de la demanda interna de
combustibles en el país, prescindiendo de la
importación de petróleo de otros países.
Adicionalmente, la producción de biocombustibles
Se espera que la tecnología de producción de
etanol a partir de biomasa lignocelulósica esté
completamente desarrollada en un lapso de cinco a
diez años, reemplazando parcialmente al bioetanol
de primera generación (Gnansounou y Dauriat, 2010).
62
• Vol. V, No. 2 • Mayo-Agosto 2011 •