EDGAR MORENO-CÁÑEZ, CÉSAR ORTEGA-GARCÍA, MARÍA GUADALUPE CÁÑEZ-CARRASCO Y FRANCISCO PEÑÚÑURI-MOLINA: Evaluación
del comportamiento posdestete en corral de futuros sementales ovinos de raza Katahdin y Pelibuey en Sonora
Introducción
a ovinocultura mexicana ha mantenido un ritmo de crecimiento dinámico, lo que le
ha permitido pasar de 7,757,267 de cabezas en el año 2008 a 8,105,562 en el 2010
L
(SIAP, 2001-2010).Así mismo, la producción de carne ha evolucionado positivamente,
por lo que se elevó el volumen nacional de 51,275 t de carne en canal durante el año 2008 a
56,546 t en el 2011 (SIAP, 2001-2011).
Esta reactivación de la productividad ovina
velocidad de reproducción del borrego de pelo
en el país, lo ha convertido en la opción más
atractiva para el establecimiento de unidades
de producción intensivas de producción de
carne de ovino (Lara, 2007). Las grandes
ventajas con esas razas de pelo son, entre
otras, amplia estacionalidad, rusticidad para el
pastoreo, alta prolificidad y evitar el esquileo de
los animales (Cuéllar, 2007).
mexicana se ha visto reflejada en una mayor
integración de la producción primaria con los
eslabones de transformación, procesamiento y
comercialización de la cadena cárnica. También
ha impactado en la diversificación de productos
y subproductos (Gómez, 2009), así como en la
forma de preparación para su consumo
Arteaga, 2007). Por su parte, el consumo
nacional aparente de carne ovina alcanzó
7,740 t anuales durante el periodo 2000-2007,
(
El norte de México es una región árida y
semiárida que sobrepasa las 50,000,000 ha,
caracterizadas por grandes extensiones de
pastizales y matorrales, localizados en los
estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila,
Nuevo León, Durango, Zacatecas y San Luis
Potosí. En esta región, es indudable que la
actividad ovina está creciendo fuertemente, y
con ello crecerá también la explotación en
pastizales, específicamente debido a la
introducción de los ovinos de pelo (Esqueda,
2009). Con respecto al estado de Sonora, ya
existen unidades de producción con ovinos de
pelo bajo condiciones de pastoreo; sin embargo,
en la mayor parte del estado es una actividad
incipiente. En algunas unidades de producción
se cuenta con pequeños rebaños, pero aún no
se le ha dado la debida importancia, o todavía
no se ve como un negocio.
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de las cuales, alrededor de 57% fue de
producción nacional y 43% de importación
Gómez, 2009).
(
Lo anterior evidencia que, a pesar del buen
desarrollo que ha tenido la ovinocultura
mexicana, todavía se mantiene un déficit de
carne requerida para satisfacer las necesidades
del consumo interno, que se cubre con
importaciones de carne procedentes de
Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos de
América y más recientemente de Chile y
Uruguay (Macías et al., 2010). Este déficit
ofrece la oportunidad a los productores
mexicanos de colocar más de 37,000 t de carne
en el mercado nacional. Para lograr esto, se
requiere mejorar la eficiencia de los sistemas
de producción y obtener un producto de buena
calidad, que pueda competir con los importados.
Todo lo anterior genera la necesidad de aplicar
tecnologías que contribuyan a incrementar la
productividad animal, a mejorar los atributos de
la canal y a incrementar la calidad de la carne
para satisfacer las exigencias del mercado
nacional (Vázquez et al., 2011).
A la fecha, existen productores de bovinos
interesados en incursionar en la producción de
ovinos como un complemento de la
diversificación de sus actividades productivas.
No obstante, el crecimiento y viabilidad
económica de esta actividad no será posible si
no se lleva a cabo de manera ordenada,
organizando la producción y a los productores,
quienes deben tomar en cuenta que no todos
pueden participar de la misma manera en la
En la actualidad, la población de ovinos de
pelo y otras razas de borregos tropicales se
encuentran en franco desarrollo en México. La
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• Vol. VII, No. 1 • Enero-Abril 2013 •