Toda urgencia derivada de un entorno alterado por contingencias o por imprevistos significativos, arrastra consigo la posibilidad de ceder ante la presión que se instaura desde la necesidad de cambio y de adaptación; necesidad –a su vez- marcada por el derrotero de la celeridad. Malestares de nuestro tiempo son, sin duda, la angustia que deviene de la ansiedad, el estrés derivado de la respuesta que acusa inmediatez, incluso más que pertinencia; la nueva valoración de lo que solíamos llamar verdad y que ahora atraviesa por un sinuoso sendero de incertidumbres autodenominadas certezas subjetivas, entre otras.

Publicado: 2021-12-16

Número completo