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Maestras escritoras en Educación. Revista mensual
Teacher writers in Educación. Revista mensual
Enseignantes écrivaines en Éducation. Magazine mensual
Pisarze w edukacji. Miesięcznik.
Debates por la Historia, vol. 10, núm. 1, pp. 65-94, 2022
Universidad Autónoma de Chihuahua

Artículos de investigación

Algunos derechos reservados

Recepción: 10 Abril 2021

Aprobación: 12 Septiembre 2021

Publicación: 31 Enero 2022

DOI: https://doi.org/10.54167/debates-por-la-historia.v10i1.864

Resumen: El presente artículo se centra en analizar la colaboración de las maestras en Educación. Revista Mensual, que se publicó entre septiembre de 1922 y enero de 1924: quiénes fueron, qué escribieron y qué podemos hoy rescatar de esas participaciones. Con ello se busca contribuir a la historia de la educación en México durante las primeras décadas del siglo XX, un periodo histórico fundamental, en el que surgió la Revolución Mexicana, proceso armado, político y social que sentó las bases del México contemporáneo.

Palabras clave: Cultura escrita, Historia de la educación, estrategias de enseñanza.

Abstract: This article focuses on analyzing the collaboration of teachers in Education: Monthly Journal, published between September 1922 and January 1924: who were they, what they wrote about, and what can we learn today from those participations. This is done to contribute to the history of education in Mexico during the first decades of the 20th century, a fundamental historical period where the Mexican Revolution emerged, an armed, political, and social process that laid the foundations of contemporary Mexico.

Keywords: Written culture, History of education, teaching strategies.

Résumé: Cet article se concentre sur l’analyse de la collaboration des enseignantes en éducation. Mensuel, qui a été publié entre septembre 1922 et janvier 1924: qui ils étaient, ce qu’ils ont écrit et ce que nous pouvons aujourd’hui sauver de ces participations. Il s’agit ainsi de contribuer à l’histoire de l’éducation au Mexique au cours des premières décennies du XXe siècle, une période historique fondamentale, au cours de laquelle est née la Révolution mexicaine, processus armé, politique et social qui a jeté les bases du Mexique contemporain.

Mots clés: Culture écrite, Histoire de l’éducation, Stratégies d’enseignement.

Streszczenie: en artykuł koncentruje się na analizie współpracy nauczycieli w edukacji. Revista Mensual, która ukazała się między wrześniem 1922 a styczniem 1924 roku: kim byli, co napisali i co możemy dziś uratować z tych artykulow. Ma sie to przyczynic do rozwoju historii edukacji w Meksyku w pierwszych dziesięcioleciach XX wieku, fundamentalnego okresu historycznego, w którym pojawiła się rewolucja meksykańska, proces zbrojny, polityczny i społeczny, który położył podwaliny pod współczesny Meksyk.

Słowa kluczowe: kultura pisana, historia oswiaty, strategie nauczania.

Introducción

Ejercer la escritura, sin importar cuál sea su propósito, introduce ineludiblemente en el mundo de la cultura escrita: quién lo hace, por qué, para qué, para quiénes, entre otras interrogantes. Cada uno de esos cuestionamientos se orienta a tres polos de reflexión que nos encaminan al análisis de los textos, la historia de los libros y las prácticas de la lectura (Chartier, 2005).

El primero alude a los autores, las estrategias de escritura, propósitos, intenciones, estructura, utillaje. El segundo se refiere al soporte material en el cual se plasman las ideas: libros, revistas, periódicos y, actualmente, los textos electrónicos. Todos ellos como objetos en sí y para sí. Asimismo, el proceso editorial implícito: tipo y tamaño de letra, composición tipográfica, diseño de página, imágenes. El tercero está vinculado a las representaciones y prácticas sociales de lectura tanto en voz alta como en silencio, así como el público a quien estaba dirigido y sus tipos: intensiva o extensiva.

De acuerdo con estos tres elementos de investigación abordaremos la participación de las maestras que colaboraron en este proyecto y cuyos nombres y obra forman parte ya de la historia de la educación en México en un periodo crucial para nuestro país: los años inmediatos al término de la Revolución y el comienzo de la reconstrucción nacional, con lo que dio inicio el México moderno.

Educación para la reconstrucción nacional

La escritura denota poder de quienes conocen y dominan el mundo de las palabras sobre quienes, aún en la actualidad, carecen de prácticamente todo. Entre los que saben y los que no, se abre todavía una brecha más: la división entre hombres y mujeres, donde estas son más afectadas. Es importante señalar que una de las primeras funciones de los textos es evitar que algo digno de recordarse se pierda en el tiempo. Como lo señala Chartier (2003) “es un repositorio destinado a la conservación, a la fijación para establecer una memoria o un derecho […]” (p. 51). La escritura implica además conservar el pensamiento de un individuo o de un grupo social y permite, a la vez, analizar los cambios, las permanencias y las rupturas entre el pasado y el presente. Comprender que en la sociedad prácticamente nada permanece estático.

Dentro de la historia de la educación, hacer una revisión de quienes trabajaban en un momento en particular y de cuáles eran sus ideas con respecto a la enseñanza en específico, puede contribuir al conocimiento de un periodo histórico de México. Particularmente se trata del proceso de la Reconstrucción Nacional, que comenzó en la década de 1920. El propósito de la educación evidentemente era diferente al que se requiere en la actualidad. En los albores del siglo XX, con la incertidumbre de lo que deparaba el comienzo de una nueva centuria, se agregó una causa armada, la Revolución Mexicana trajo muerte, hambre, pobreza, pero a la vez, la esperanza de que quizá esta sería la última vez que el país se convulsionaba.

El propósito parecía claro: formar un nuevo hombre, un nuevo mexicano que, por principio, tuviera garantizado su ingreso a la escuela y, con eso, que su paso por un salón de clases sirviera para que nunca más nadie quisiera aprovecharse ni explotar a su semejante; pero ¿por dónde comenzar? Por la escuela, en especial por quienes la hacen posible: los maestros.

Aunado a lo anterior, al inicio de la década de 1920 pocas era las instituciones formadoras de maestros y mucho menos quienes contaban con la preparación para impartir clases. En el gremio magisterial predominaban aquellos a los que, por ser letrados, se les había habilitado para enseñar a otros. Maestros que se habían hecho en la práctica; sin embargo, la experiencia sin bases teóricas y metodológicas resultaba poco eficaz.

Tomando en cuenta lo antes señalado, para desarrollar este trabajo se planteará una investigación cualitativa utilizando un diseño de investigación histórica de acuerdo con lo que proponen Muñoz, Quintero y Ancízar (2014). A partir de la fuente primaria: Educación. Revista Mensual, que si bien fue un proyecto de un grupo de maestros encabezados por Lauro Aguirre, las mujeres también tuvieron cabida. A fin de cuentas, todos tenían en común su preocupación e interés por la enseñanza. De ahí que estudiar esta publicación será útil para aportar otras luces sobre la historia de la educación en México, ¿quiénes fueron las maestras que colaboraron?, ¿qué temas abordaron? y ¿cuál es la vigencia de sus artículos?

En el principio

La atención de esta publicación está centrada en la educación. Pese a tener un propósito definido, la participación de quienes en ella colaboraron permite dar cuenta del papel que desarrollaron las mujeres. Hasta ahora sabemos que el punto de encuentro entre quienes colaboraron en Educación. Revista Mensual fueron personas de las normales de la Ciudad de México: la Escuela Normal para Maestras, la Escuela Normal para Maestros y la Escuela Normal Nocturna y con ellas la Universidad Nacional de México, en específico la Facultad de Altos Estudios, la Facultad de Ciencias de Química y la Escuela Nacional Preparatoria.

Quienes participaron trabajaban en esas instituciones, no obstante, aunque también había varias maestras, llama la atención que solo encontráramos tres mujeres en este proyecto: Ana María Berlanga, Carmen Ramos y Palma Guillén. Es decir, como participantes del comité editorial. ¿Solo se les hizo a ellas la invitación para participar? ¿Solo ellas aceptaron? ¿Cuáles fueron las razones de que tres maestras formaran parte de esta propuesta? Es claro que son más las interrogantes que las respuestas.

Durante la publicación de los trece números de la revista se contó con la colaboración de cinco mujeres; hasta donde se sabe, maestras todas ellas: Estefanía Castañeda, Ana María Vargas, Carmen Ramos, Refugio Amezcua y Guadalupe García Núñez. Cada una de estas profesoras participó con un artículo que se incluyó en alguno de los números de la revista, excepto Castañeda, quien intervino con cuatro escritos.

Las maestras escritoras

La primera mujer de quien se publicó un trabajo fue Ana María Vargas, la maestra que describe cómo impartir la clase de “El Teorema de Pitágoras” en tres pasos. Primero, presentar a los alumnos una pirámide cuadrangular y llamar la atención en las caras laterales porque forman un triángulo rectángulo. Segundo, mostrar un triángulo rectángulo para indicar la hipotenusa y los catetos. Tercero, demostrar el teorema de manera gráfica en el pizarrón. Para concluir, Vargas propone un ejercicio de aplicación del teorema.

La maestra ofrece una lección de geometría que resulta útil tanto a los profesores como a los mismos alumnos. Su artículo es valioso porque muestra cómo a partir de algunos recursos materiales y cotidianos se puede desarrollar el tema. Asimismo, resulta relevante el que además proponga una sesión donde se aplique de manera práctica y se utilice un ejemplo que resulte cercano a lo que las alumnas abordan en su entorno: “dos niñas con sus maquinitas en el ángulo del escritorio las hacen caminar siguiendo sus lados […]” (Vargas, 1922, p. 114). Este ejemplo tiene como uno de sus propósitos el que los estudiantes comprendan que el conocimiento teórico adquirido en el salón de clases implica una utilidad práctica en la vida cotidiana.

La maestra Vargas desarrolla de forma didáctica un tema que generalmente se piensa complejo. Si bien utiliza un lenguaje sencillo, no olvida la introducción de términos fundamentales como son hipotenusa, catetos, ángulo recto, triángulo rectángulo, etc. Implícitamente, su artículo deja claro que en el pasado como en el presente, no existen áreas del conocimiento exclusivas de un sexo en particular. La capacidad para comprender, producir y transmitir conocimiento es inherente a la especie humana, aunque haya quienes no lo piensen así.

La segunda colaboradora fue la maestra Refugio Amezcua, quien en ese momento laboraba en la Escuela Superior Padre Mier. Ella presentó una clase con el tema de las características del otoño. Lo tituló “La caída de las hojas”. Especificó que estaba dirigida a los alumnos de primer grado. Los pasos que propuso fueron los siguientes: primero, distinguir los cambios en lo relativo a la temperatura del día y de la noche. Segundo, observar el proceso de madurez que presentan las frutas de esta temporada. Tercero, observar los cambios de color de la vegetación, la caída de las hojas y la migración de algunas aves. Cuarto, narrar un cuento que abordara la temática de la clase. Quinto, reproducir el cuento, de forma oral o escrita, y sexto, entonar un canto relacionado con lo que se revisó en la clase.

Es importante resaltar que el cuento que Amezcua (1922) propone es de su autoría; como ella lo menciona “lo formulé para mis alumnos” (p. 114). Dos elementos se pueden desprender de esta propuesta. La primera, el que la maestra compartiera sus propios materiales con otros profesionales a quienes su trabajo pudiera serles útil. La segunda, que consideramos la más valiosa, la invitación a que cada maestro elaborara sus propios recursos con base en su experiencia y en las necesidades de los alumnos. Que cada profesor diseñara y fuera capaz de adaptar o elaborar lo necesario para poder llevar a cabo el proceso de enseñanza, así como utilizar lo que realmente le fuera útil y de interés para sus alumnos en particular.

La propuesta de trabajo de la maestra Amezcua es doblemente relevante porque implícitamente plantea una correlación entre el tema correspondiente al ámbito de las Ciencias Naturales –las estaciones del año, en específico, el otoño–, un contenido de Español, el cuento, y uno de Educación Artística, con la entonación de un canto. Temperatura, vegetación, estación, otoño, día y noche, entre otros, son conceptos clave que ayudan a la comprensión del tema a tratar.

Hoy, casi un siglo después, se les sigue pidiendo a los maestros en formación que vinculen los temas de las distintas asignaturas entre sí. Esto porque debe quedar claro que la información que se le brinda a los alumnos en clase no se convierte en conocimiento, sino hasta que pasa por el tamiz de la experiencia. Esta debe ser cercana a la realidad de los niños.

La tercera colaboradora de la revista fue la maestra Carmen Ramos, quien participó con un artículo relativo a la enseñanza de la lectura y la escritura. De ella se sabe que estudió en la Escuela Normal de Profesoras de Instrucción Primaria de la Ciudad de México. Se desempeñó como maestra, directora de escuela de párvulos y más tarde en el Kindergarten. También impartió clases en la escuela normal y en la universidad. Varios fueron los temas de su interés. Fundó la revista El pájaro azul, donde abordó lo relacionado con la educación infantil. Fue autora de varios libros de literatura y cuentos para niños (Cárdenas, 2016).

En su artículo, titulado Orientaciones generales para la enseñanza de la lectura y escritura, la maestra Ramos (1922) presenta recomendaciones para los profesores. Para iniciar, que hicieran ejercicios con los alumnos, por ejemplo, hacer presión con los dedos para facilitar la manera apropiada en la que debían tomar el lápiz con soltura, a través de trazos y dibujos libres. Esto como preparación para la escritura.

La sugerencia era comenzar con una letra o con una sílaba. Enseguida debía pasarse a la presentación de frases completas para su lectura poniendo énfasis en las palabras que la componen. Especialmente aconsejaba utilizar frases con palabras que se relacionaran con temas que resultaran cotidianos a los niños. También que fueran fáciles de pronunciar y que se pudieran combinar con otras palabras que sirvieran para alentar la imaginación infantil.

En la medida en que estas fueran significativas para los niños, ellos mostrarían interés por atender a la pronunciación lenta que debería hacer el maestro para ayudarles a reconocer los componentes de la frase. Al identificar sonidos de una palabra, el alumno podría relacionarlos con otras nuevas. De esta forma, cada vez el docente debía ir incorporando nuevas palabras que incluyeran aquellas consonantes que los estudiantes desconocieran según el avance en los procesos de lectura y de escritura, respectivamente. Por último, la maestra Ramos recomendó un libro de su autoría que recientemente había publicado, donde los maestros podrían encontrar diversos ejercicios que les facilitarían su labor. El texto llevaba por título Esperanza.

El artículo de la profesora tuvo como uno de sus principales propósitos ofrecer alternativas para la labor de los maestros en la escuela. Se trataba de una profesional no solo en el trabajo áulico, sino en la autoría de un material de apoyo a la enseñanza y el fortalecimiento de los procesos de adquisición, tanto de la lectura como de la escritura. La maestra Ramos era autora de otros textos: Luz, Ventura y Victoria. Tres títulos que estaban destinados a la enseñanza con los niños de segundo, tercero y cuarto grado, respectivamente, de la escuela elemental. A estas obras se sumaba el libro de Esperanza para completar esta serie de materiales de apoyo a los profesores.

Es importante enfatizar que un siglo después de la publicación de este artículo, el enfoque didáctico para la enseñanza del Español en la escuela primaria, propuesto por la Secretaría de Educación Pública (SEP), es muy similar a lo que planteó en su momento la maestra Ramos. Existen varios elementos de coincidencia entre ambas propuestas. Para muestra habría que señalar la clasificación de los alumnos de acuerdo con el avance en su proceso de adquisición de la escritura: presilábico, silábico, alfabético y alfabético funcional.

De la misma manera, resulta paradójico que en la sociedad mexicana hoy todavía haya maestros y padres de familia que sigan considerando que los niños deben aprender a leer y a escribir a través del método silábico que no solo contradice el enfoque didáctico de la SEP, sino que además se ha demostrado que no favorece la comprensión lectora.

La cuarta mujer que colaboró en la revista fue la maestra Guadalupe García Núñez. En su artículo se aclaró que la lección El abeto se había retomado de El Educador de Génova. Quizá en un primer momento se pensaría que se trataba de una lección de ciencias naturales. Lejos de eso, la propuesta se refiere a una forma de trabajo activa en la que los niños sean partícipes de su propio aprendizaje. ¿Cómo es esto? A partir de la conformación de equipos de trabajo, es decir, tomando en cuenta el tema del abeto se les solicita a los niños que investiguen todo lo relativo a este árbol (García, 1923).

De acuerdo con las primeras indagaciones, por equipos estudian con mayor detenimiento aspectos como las partes de la planta, los diferentes tipos de abeto y sus características físicas, sus usos como combustible y en la industria. También ofrecía alternativas del trabajo individual.

Con todo lo que los niños investigaran se aprendería vocabulario, conjugaciones verbales, descripciones, resúmenes, entre otros aspectos relativos al lenguaje; el cálculo, la adición y la sustracción, a partir del precio de la madera y del transporte o la producción de cerillos Todo eso era útil para el conocimiento de la aritmética y la elaboración de manualidades para la educación artística, entre otras.

El sentido de este artículo era generar propuestas de trabajo donde tuvieran cabida todas las áreas del conocimiento, lo cual implicaba una labor áulica de varias semanas, tantas como se mantuviera el interés de los niños. Es importante subrayar que, en ese momento, aunque ya se había fundado la SEP, no existía un plan y programas de estudio oficiales. Ese hecho tenía como ventaja el que los maestros libremente pudieran trabajar los temas que cada uno considerara pertinentes, teniendo como base las necesidades de los alumnos. Y no es que ahora no se puedan tomar en cuenta estos. Hoy en la escuela primaria se requiere cumplir con programas de estudio, muchos de ellos saturados de contenidos y con ellos evaluaciones y requerimientos administrativos que dificultan su aplicación.

El artículo de la maestra Núñez, al igual que el de la maestra Ramos, es muy vigente, no obstante que tiene cerca de un siglo de planteado. Actualmente, en la primaria se aspira a que los maestros trabajen los proyectos de aula que están centrados en las necesidades e intereses de los niños. El sentido de estos es abordar los contenidos relativos a las distintas asignaturas de manera transversal, sin hacer segmentación entre un conocimiento relativo al español o a las matemáticas; trabajar de manera correlacionada todos los contenidos a partir de un tema que resulte integrador, porque en su vida cotidiana los alumnos utilizan, o al menos esa es la intención, el conocimiento para continuar con su aprendizaje fuera del salón de clases, “para pertenecer, construir y transformar” (SEP, 2017, p. 25).

Como se ha visto hasta aquí, la participación de las maestras en Educación. Revista Mensual puede parecer mínima, pero esto es relativo. Quienes colaboraron lo hicieron con un único artículo, entre otras razones porque la publicación en sí tuvo una vida corta. Pero especialmente porque en ese contexto histórico, donde lo que predominaba era una población mexicana mayoritariamente analfabeta, pocos eran los afortunados que tenían acceso a la cultura escrita y todavía más reducida fue la participación femenina.

Como es sabido, la representación de la mujer se circunscribió al ámbito privado: la madre abnegada que se preparaba para criar a los hijos y llevar un hogar a partir de conocer las labores “propias de su sexo”, las que mucho tiempo atrás se le habían asignado. El paso del siglo XIX al XX trajo consigo la oportunidad de que las mujeres pudieran acceder a otra esfera, la laboral, la de las responsabilidades, la que podía ser digna de recibir un salario por su realización, aunque este fuera menor al de sus pares.

En esas condiciones, pensar que además de enseñar pudieran escribir sobre su propia profesión, a partir de compartir de manera escrita sus experiencias de trabajo, resulta doblemente loable y, por qué no, se puede considerar toda una hazaña. Desde esa perspectiva, hay que plantear que quienes colaboraron con Educación. Revista Mensual lo hicieron de manera sobresaliente, quizá no como quisiéramos hoy, pero en su contexto indudablemente lo fue.

No obstante lo anterior, si la participación de las maestras hasta aquí abordadas la consideramos relevante, la intervención de la maestra Estefanía Castañeda resulta particularmente extraordinaria. De hecho, es de quien tenemos más información. Se sabe que nació en Ciudad Victoria en 1872. Estudió en la Escuela Normal para Maestras y fue una de las principales promotoras del Kindergarten, siguiendo la técnica de Federico Froebel. Incorporó la carrera de educadora a la enseñanza normal. Se desempeñó como inspectora de escuela y como maestra en la Escuela de Altos Estudios, con los cursos de Psicopedagogía, Metodología, Historia Crítica de la Educación, entre otros (INEHRM, 1992 y Reyes, 2016).

La maestra Castañeda se distinguió tanto por el número de artículos que escribió en la revista, como por la extensión de estos, lo cual es pertinente resaltar sobre todo en el contexto histórico en que se realizó porque, como ya se anotó, la labor de las mujeres en el espacio público estaba prácticamente cerrada. A la par se sabe que fue autora de varios libros relacionados con el proyecto educativo que impulsó: el Kindergarten. Particularmente la publicación que nos ocupa fue un vehículo para difundir su propuesta y llegar a un público especializado más amplio.

En su primer artículo titulado Estudios acerca del Kindergarten I presentó su propuesta como “la única capaz de satisfacer las necesidades, instintos y aspiraciones infantiles” (Castañeda, 1922b, p. 101). Se trataba de ver al niño no como una cosa, sino como un colaborador que era partícipe de su propia evolución y desenvolvimiento. Esto se lograría a partir de una educación recreativa, gradual y armónica entre el cuerpo y el alma con la mediación del juego. El objetivo era formarlo como un pequeño ciudadano. Para eso se requería que tuviera clases de cultura muscular y sensorial, desarrollo del lenguaje, observación de la naturaleza, cultura de emociones y formación del carácter.

La maestra Castañeda también señaló que el Kindergarten debía ser liberal, no sólo por lo que enseñaba, sino porque ahí debían convivir niños pertenecientes a las distintas clases sociales. La propuesta era una institución que promoviera los derechos del pueblo, la autonomía y la democracia. Una escuela que respondiera a las necesidades de una sociedad fracturada por el proceso de revolución armada, que buscaba darle sentido a la lucha fratricida. De ahí que fuera imperante comenzar desde la más tierna infancia. Ricos y pobres, obreros y campesinos, todos con idénticos derechos. Había que prepararlos para el futuro. Uno que no distinguiera orígenes económicos. Una escuela que permitiera consolidar la independencia anhelada, la de la “cultura nacional verdadera”. Con ese propósito en mente, la propuesta específica era distinguir cuatro tipos de Kindergarten: el normal, el práctico, el subprimario y el maternal. El primero sería el que se fundaría anexo a las escuelas normales, como un modelo de observación y experimentación pedagógica para mejorar el servicio de los docentes.

Los prácticos serían para que ahí se formaran quienes aspiraban a obtener un título de educadora. El sentido era combinar la teoría con la práctica en el salón de clase. Lo que lo distinguía era que, después de haber cursado la normal (es decir, luego de prepararse para dar clases en primaria), las recién egresadas harían una especialización para ser maestras del Kindergarten.

Los Kindergarten subprimarios tenían como propósito ser el vínculo entre la casa y la escuela. La intención era preparar a los niños para poder acceder a la primaria, a partir de un puente entre la casa y el Kindergarten. Es importante recordar que para los niños pequeños es muy difícil dejar la seguridad de su hogar para acceder a un espacio totalmente desconocido para ellos, el de la escuela, con otras personas, tanto niños como adultos.

El Kindergarten maternal tenía como función principal el apoyo a las nacientes clases obreras, un grupo mayoritario en las ciudades. Constituirían un refugio para aquellos grupos necesitados porque ahí se les proporcionaría alimento y un espacio seguro, dado que quizá en su propio hogar no lo tendrían. Esta naciente institución era fundamental en una sociedad que quería renovarse, una que pensaba en los menesterosos, a quienes concebía como pequeños ciudadanos, y con ellos familias enteras que requerían apoyo de todo tipo. Su artículo en la revista serviría, a la vez, para sensibilizar a quienes con su trabajo podían contribuir en la consolidación de esta propuesta: los maestros.

En su segunda contribución, Estefanía Castañeda continuó con los planteamientos que había hecho en su anterior trabajo. Este se tituló de manera similar: Estudios acerca del Kindergarten II. Una de sus ideas fue señalar que el contacto con la naturaleza era importante para educar a los niños, a los que aspiraban a la perfección. De acuerdo con la experiencia que ya se tenía, la intención era hacerlos libres, fuertes y felices (Castañeda, 1922c).

Una propuesta recurrente en ese momento fue la fundación de escuelas al Aire Libre. El propio Lauro Aguirre también las había promovido y se sabe que incluso logró fundar una en su natal Tamaulipas en 1917; eso en oposición a los planteles que se caracterizaban por actividades donde se promovía el sedentarismo. Ante ello, lo mejor era el aprendizaje a partir de la observación y el contacto con la naturaleza.

Castañeda justificó la creación del Kindergarten a partir de su sentido utilitario: “En ese establecimiento no hay más texto que el libro viviente de la Naturaleza ni mejor modelo para la educadora que el tipo que nos presenta la madre; la primera jardinera de la flor humana” (1923, p. 201). De ahí que debía fomentarse que los alumnos aprendieran de forma espontánea, libre, feliz e independiente, sin ninguna disciplina.

Después, para argumentar que su propuesta no era un proyecto improvisado, hizo un breve recuento histórico: Froebel había fundado un Kindergarten en 1903; un año después, Pestalozzi; en 1906, Spencer y Rébsamen. Estas eran algunas fuentes de las que abrevó y también la muestra de que se trataba de una institución funcional. Señaló que hasta ese momento el único inconveniente en contra de su proliferación era la carencia de recursos económicos. Ante esa circunstancia, su propuesta era que los Kindergarten se instalaran anexos a las escuelas, en especial en aquellas que contaran con suficiente espacio.

Se requería amplitud para poder instalar una sala para trabajos del hogar, cocina, comedor y tocador, un campo de cultivo, área para animales domésticos, salón de juegos y otro para festivales. Quizá al final no había mucho ahorro porque se requería una infraestructura específica que implicaba gastos. La posible reducción de costos que se podría lograr sería en la adquisición del terreno porque, como se mencionó antes, se ocuparía el de alguna escuela existente.

A la maestra Castañeda le interesaba enfatizar que el proyecto del Kindergarten no podría prosperar si se establecía de manera aislada. Esto es, que el plan, métodos, programas y procedimientos debían estar en sintonía con los de las primarias. “Unidos en el mismo ideal el Kindergarten y la escuela formarán un solo cuerpo, un conjunto armónico, un todo indisoluble” (Castañeda, 1923, p. 203).

Hoy, casi cien años después y de acuerdo con el plan de estudios vigente para la educación básica, el preescolar, la primaria e incluso la secundaria se encuentran alineados. Se espera que el aprendizaje que el alumno adquiera en su más tierna infancia sea la base del conocimiento que deberá continuar en las siguientes escuelas.

En su tercer artículo, la maestra Castañeda (1922a)abordó lo relativo a Ejercicios recreativos y juegos de Navidad. Estos los retomó de una versión española de Miss Hoffer, de la Universidad de Columbia. A diferencia de sus dos primeros escritos, en este se enfocó en una propuesta de trabajo para las profesoras en servicio. En su artículo partió de una celebración. El ejemplo que utilizó fue el de la Navidad. Si bien aclaró que tenía un origen asociado a la religión, esta podría ser útil a la escuela. De esta forma, se estudiaría a partir de las costumbres de esta fiesta en otros países, poniendo énfasis en las cuestiones geográficas e históricas.

También podría aprovecharse para aprender e interpretar cantos y bailes relacionados con la temática. Asimismo, se recomendaba hacer escenificaciones en las que los alumnos participaran. Otra sugerencia era aprovechar las ocupaciones relacionadas con la temporada estacional: juguetes, productos navideños como piñatas, esferas, campanas, etc. También con motivo de la temporada decembrina podrían hacer un ejercicio de imaginación donde simularan viajar en coche para ver aparadores, comprar y vender productos, envolverlos, pagar, dar cambio y demás actividades relacionadas con el comercio.

Los niños podrían practicar todo aquello que los hiciera divertirse y jugar libremente. Tal vez un ejercicio como este puede parecer poco relevante; no obstante, es muy vigente porque, además de ser recreativo, puede vincularse con contenidos disciplinares de las diversas asignaturas como Español, Matemáticas, Ciencias, Geografía, Historia, entre otras.

Como se puede comprender, esta colaboración consistía en sugerencias para que las profesoras desarrollaran su creatividad, a partir de la experiencia y las necesidades de los niños con los que trabajaban. Además, implícitamente se buscaba la vinculación de lo que se aprendía en el Kindergarten con la vida cotidiana de los pequeños, con lo cual se lograba un conocimiento significativo.

En su cuarta y última participación en la revista, la maestra Castañeda aportó el artículo Arte, que trató de un programa de la Unión Internacional del Kindergarten. Dos aspectos destacan en este artículo. El primero que, gracias a la maestra, se pudiera difundir un programa de estudio probado a nivel internacional y que de otra manera era casi imposible que se pudiera conocer en nuestro país. El segundo fue, además de la traducción, la adaptación que de ese programa hizo la profesora, tomando en cuenta el contexto mexicano y con este la metodología que de forma detallada explicó.

La maestra comenzó por hacer una breve introducción en la que planteó que el niño tenía el deseo innato de comunicarse y con ello, de garabatear, embadurnar, tijeretear y manotear, todo como formas de expresión. Enseguida presentó los fines, tanto generales como los especiales del arte. Entre los primeros estaba la necesidad de desarrollar la imaginación creadora, despertar el gusto por los colores y aclarar el pensamiento. Entre los segundos, el control del medio, el uso de colores y su orden. Después se enfocó en los motivos del programa, que era más bien un temario para desarrollar. En el primer tema indicó que estaban en relación con la naturaleza porque esta ofrecía una gran variedad de elementos que podían interesar a los niños. Ejemplo de ello eran las flores, frutos, árboles, los animales, los astros, entre otros. Asimismo, se encontraban los seres humanos de los cuales se podían trabajar las familias, las herramientas, las ocupaciones y todos los objetos asociados a las distintas artes o industrias.

El segundo tema se refería a las distintas tradiciones y celebraciones del entorno de los niños. La recomendación era que los alumnos expresaran libremente sus representaciones, sin recibir algún modelo por parte de la maestra.

El tercero estaba relacionado con la elaboración de un libro en el cual los niños participaran desde el diseño de la portada hasta todos los elementos relacionados con sus contenidos. Esto incluía la redacción de pequeños textos de su autoría, historietas, versos e ilustraciones. Además, la realización del libro como objeto podía vincularse con un proyecto industrial que los alumnos podrían aprender.

El cuarto era el relativo a una casa de muñecas. Su confección en papel incluía varios elementos asociados con el arte: la decoración y construcción de la casa, el diseño de las muñecas, su vestuario, los utensilios de la casa; en una palabra, todo lo concerniente al lugar.

El quinto tema se refería a la elaboración de historietas y versos con ilustraciones que les fueran de interés a los niños; siempre a partir de un motivo cercano a su realidad. Es importante señalar que, a esa edad, el niño requiere de ejemplos concretos; es decir, todo aquello que pueda percibir a partir de los sentidos. De ahí que se parta de lo que hay en su entorno: casa, escuela y comunidad.

Una vez expuesto en términos generales lo que sería el programa del arte, la maestra Castañeda abordó lo relativo a un método para desarrollarlo. Se debía comenzar con una imagen que les aportara ideas a los niños para hacer el trabajo porque de este surgiría la costumbre y después se llegaría al método como tal. En él se consideraría el color, el orden, el pensamiento y la apreciación.

Por último, indicó cuáles serían los resultados de este curso. Desde el ámbito actitudinal, se lograría que los alumnos fueran capaces de expresar sus ideas. En lo aptitudinal, desarrollarían la habilidad para manejar instrumentos en específico. Con respecto a lo conceptual, lo relacionarían con la capacidad de expresar su pensamiento.

Como anoté al principio, esta última colaboración de la maestra Castañeda en la revista fue un artículo que estaba enfocado a presentar un curso de arte para los niños del Kindergarten. Era un programa de estudio donde las maestras tendrían elementos para desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes a partir de los distintos temas. Así como estaba el planteamiento de trabajo se abarcaba un ciclo escolar. Aquí lo importante era darle continuidad a los propósitos de esta institución.

De la publicación

Educación. Revista Mensual, como ya se ha comentado, fue un esfuerzo de un grupo de maestros encabezados por Lauro Aguirre, quien asumió en ella una serie de funciones: director, jefe de redacción y colaborador. Se publicó entre septiembre de 1922 y enero de 1924. Contó con tres volúmenes y trece números. Los dos primeros con seis cada uno, en tanto que el tercero, solo tuvo uno. El primer volumen comenzó en septiembre de 1922 y concluyó en enero de 1923. El segundo fue de mayo a octubre de 1923, y el tercero solo contiene el número de enero de 1924.

Se trató de un proyecto editorial impulsado por un grupo destacado de maestros normalistas, universitarios, autoridades educativas y consejeros de la recién fundada Secretaría de Educación Pública, que tenían en común, además de la docencia, el interés por difundir el conocimiento en general y especialmente entre aquellas personas que, sin tener la formación, se desempeñaban en las escuelas de todo el país.

Esta publicación constituyó un relevante proyecto editorial de su tiempo. El profesor Aguirre logró conformar un equipo con importantes personajes del ámbito educativo. Prueba de ello fue que el consejo de redacción estaba integrado por trece distinguidos maestros, entre quienes sobresalieron el propio Aguirre, maestro normalista; Gregorio Torres Quintero, que en ese momento era consejero de la SEP y catedrático de la Escuela Normal Primaria para Maestros; el químico Roberto Medellín, jefe del Departamento Escolar y profesor de la Facultad de Ciencias de Química; el ingeniero José Arteaga, consejero de la SEP y catedrático de la Facultad de Altos Estudios; el profesor Manuel Barranco, doctor en Filosofía de la Universidad de Columbia, consejero de la SEP y catedrático de la Facultad de Altos Estudios; el profesor Ponciano Rodríguez, director de la Escuela Normal Nocturna y maestro de Matemáticas. Entre todos ellos solo una mujer: la profesora Ana María Berlanga, quien se desempeñaba como directora de la Escuela Normal para Maestras. Además de ellos, se anunció que habría más colaboradores, tanto extranjeros como nacionales. Entre los primeros se contaba con John Dewey, Paul Monroe y A. Boehm. Los dos primeros de Estados Unidos y el tercero de Alemania.

Entre los mexicanos estaba una veintena de profesores y médicos, como Ezequiel A. Chávez, en ese momento director de la Facultad de Altos Estudios; Leopoldo Kiel, director de educación en el estado de Veracruz; Rafael Ramírez, inspector técnico de escuelas; el profesor Andrés Osuna, maestro en Artes de la Universidad Vandervilt, en Estados Unidos; el ingeniero Carlos M. Peralta, Oficial Mayor de la SEP; los médicos Alfonso Pruneda, secretario del Consejo Superior de Salubridad; Rafael Santamarina, profesor de Higiene Escolar en la Facultad de Altos Estudios; Gabriel González Olvera, profesor de la Escuela Nacional Preparatoria; y Eugenio Latapí, profesor de Higiene Escolar en la Escuela Normal para Maestros. Con todos ellos identificamos únicamente a dos mujeres: Carmen Ramos, maestra de Metodología del Kindergarten en la Facultad de Altos Estudios, y Palma Guillén, inspectora técnica de escuelas, maestra de Psicología y colaboradora del libro Lecturas clásicas para niños (Calderón, 1987 y Rocha, 2016).

Es importante señalar que en ese momento histórico se observa, a partir de la revista, que existía una vinculación académica directa entre los maestros normalistas y universitarios. Además se debe recordar que esta publicación se enfocó en abordar asuntos de educación relativos a todos los niveles en el país, de ahí que no es de extrañar encontrar representantes de ambas instituciones, pues se trataba de un equipo plural. También, por la misma revista se sabe que cada año la universidad ofrecía cursos de actualización para los maestros en servicio de las escuelas primarias.

Educación. Revista Mensual fue una publicación que se integró con cinco pliegos de doce páginas cada uno. Esto significa que contó en promedio con 60 páginas en cada número. No fue de manera uniforme. En algunos números se incluyó medio pliego más, es decir, seis páginas extra. También en una ocasión se integraron dos números de manera conjunta (diciembre y enero del volumen I). En la misma revista se aclaró que la causa de esa situación obedeció a un movimiento de trabajadores:

La huelga de obreros de la Fábrica de Papel de San Rafael, que se prolongó por más de dos meses, impidió la oportuna aparición de esta Revista, pues se agotó en plaza el papel que usamos y no queríamos utilizar otro, más cuando ya habíamos comenzado el tiro de los primeros cuadernos (Aguirre, 1922, p. 376).

De hecho, en la misma nota se aclaró que la huelga todavía no había concluido por lo que, como los lectores se daban cuenta, al final se tuvo que utilizar otro tipo de papel, del cual se dijo que era de mejor calidad.

La revista tiene 22 por 17 cm., esto es, un octavo mayor. La composición de la caja tipográfica es de una columna. Cuenta con cornisas donde aparece el título del artículo en específico en la página non, en tanto que en la página par se encuentra siempre el nombre de la revista: Educación. Los folios están alineados a los extremos superiores exteriores. La numeración es corrida en cada volumen y en cada uno de ellos se comenzaba la foliación. Sin embargo, se observa que en el volumen I hay una errata en el número 4, porque dice diciembre de 1923, cuando debía decir 1922. De la misma manera, en los números 5 y 6, (que se publicaron juntos por la huelga que ya se comentó), la numeración muestra equivocaciones. En la revista se incluye una nota:

Por un error de formación, debido a la premura con que fue impreso este doble número de Educación, los cinco primeros pliegos que deberían llevar los folios 253 a 332, van con los folios 553 a 632. Advertimos de este error a nuestros apreciables subscriptores, y les suplicamos al mismo tiempo se sirvan dispensarlo (Aguirre, 1923, p. 380).

A lo antes señalado, se debe agregar que el volumen concluye con un índice general de los artículos que lo integran. Los títulos de las colaboraciones aparecen siempre centrados, en mayúsculas y negritas. Inmediatamente después, en el siguiente renglón alineado a la derecha, se encuentra el nombre del autor del escrito, anteponiéndole si se trataba de un profesor, un médico, un químico o un ingeniero. Desde el primer número se aclaró que todas aquellas colaboraciones que no tuvieran el nombre del autor eran obra del maestro Aguirre, que, como ya se anotó, era director y jefe de redacción.

En la revista se incluyen cuadros, tablas, esquemas o fotografías. Todos en blanco y negro. Siempre que aparecen sirven para ejemplificar, ilustrar o complementar la información que se plantea en ese artículo en particular. En esos casos, el tamaño de la tipografía se reduce. Cada número en promedio estuvo integrado por quince colaboraciones más las noticias breves o avisos de interés para los lectores. De ellos, solo en una ocasión se publicaron tres trabajos de igual número de maestras. En promedio era un artículo de la autoría de una mujer por edición, aunque hubo ocasiones en que no se incluyó ninguna colaboración femenina.

Por la misma revista se sabe que en cada ejemplar se invitaba a quienes quisieran participar con algún escrito: “A los maestros, las columnas de este periódico quedan a disposición de los maestros del país, veremos con hondo agrado que nos honren con su apreciable colaboración” (Aguirre, 1922, s/p). Independientemente de ello, los artículos de las maestras fueron los menos.

La revista fue una iniciativa de particulares con una empresa privada: la Librería Herrero Hermanos, que a la vez que vendía distintos materiales enfocados en las asignaturas escolares: Lengua Nacional, Literatura, Aritmética, Geometría, Física, Química, Filosofía, Historia, entre otras, también contaba con una imprenta propia. Por eso fue posible la edición de Educación. Revista Mensual.

Herrero Hermanos publicaba y distribuía este tipo de materiales, no solo en su librería de la Ciudad de México, sino que los enviaba por correo a cualquier parte de la república. Contaba entonces con una red de agentes que se encargaban de ello. Esa cadena de comercialización fue utilizada para difundir la revista. El precio del ejemplar era de 50ȼ, el número atrasado 60ȼ, la suscripción semestral $3.00 y la anual $5.50. Sin embargo, se sabe que la revista se distribuyó entre maestros, incluso sin que estos lo hubieran solicitado (es de suponerse que se hizo para darla a conocer); pero después de dos volúmenes publicados se anunció lo siguiente:

Todo el año hemos estado remitiendo nuestro periódico a gran número de maestros a pesar de no haber recibido indicación de ellos en ningún sentido. Este es el último número que remitiremos en esas condiciones y desde el siguiente sólo lo enviaremos a las personas suscritas o a las que lo soliciten (Aguirre, 1923, p. 382).

De hecho, en varios números se anotó que, si no estaban suscritos a la revista y la recibían, la regresaran. También en otro momento se ofreció la venta por volumen “muy bien empastado y con magnifica presentación por el reducido precio de $3.75”, previo pedido. El tiraje de cada número debió ser importante, porque se distribuyó en prácticamente todo el país; pero hasta ahora no se ha encontrado información que permita saber con exactitud de cuántos ejemplares estamos hablando.

De los lectores

El diseño y publicación de una revista, como se anotó desde el principio, implica prácticas sociales. De acuerdo con lo que plantea Ariztía (2017), “estas son una configuración conformada por tres elementos: competencias, sentidos y materialidades” (p. 225).

El primer elemento, las competencias, alude a la parte corporal, a las actividades que se realizan con el cuerpo. En el proceso de lectura intervienen los ojos, las manos, la boca, los oídos. El cuerpo mismo según el lugar en que se realice: se lee sentado o se lee acostado. La postura es distinta.

El segundo elemento, los sentidos, hace referencia a aspectos afectivos y valoraciones que se relacionan con el ámbito cultural. La práctica de la lectura es considerada como importante, positiva y, si nos situamos en 1922, cuando se publicó la revista, podría ser elitista, porque no cualquiera tenía acceso a ella.

El tercer elemento referido a las materialidades se enfoca en las herramientas, materiales, objetos e infraestructura que están involucrados para poder tener el soporte material en el que se plasman las ideas. En este caso la revista como tal. Se requiere de las tres para que la práctica social exista.

Como se anotó al principio, Educación. Revista Mensual fue el esfuerzo de un sector importante de la sociedad mexicana de ese tiempo. Se trataba de un grupo de letrados interesados en el tema de la educación: los maestros, los alumnos, los programas de estudio y, especialmente, su implementación.

Es importante recordar que durante y posteriormente a la etapa armada se habilitó a quienes eran letrados, para impartir clases entre la población analfabeta. Lo anterior era independientemente de que ya existían escuelas normales en el país. De ahí que el propósito de este grupo de maestros encabezados por el profesor Lauro Aguirre fuera una publicación especializada en asuntos relativos a la educación en todos sus niveles. La revista estaba dirigida a los maestros de México para

[…] alentarlos en la desesperada pugna que sostienen por formar hombres menos egoístas que acaben con tantas miserias, con tantas desigualdades, con tantas injusticias y levanten sobre los escombros sombríos de estas infamias el arco triunfal de las manos que se estrechan (Aguirre, 1922, p. 4).

De acuerdo con lo que plantea Chartier (2005), “quien escribe lo hace para otros que pertenecen a su mismo medio” (p. 117). Maestros que escriben para maestros. Educadores que constituyen una mediación entre sus pares y el conocimiento, especialmente entre quienes compartían profesión, pero no contaban con la formación para ello.

Los artículos que en general se incluyeron en la revista, tuvieron un sentido práctico en función del deber ser. Esto es, cómo se podían abordar los distintos temas de acuerdo con la edad de los niños. Los maestros colaboradores en la publicación eran quienes tenían la formación, la experiencia y los conocimientos para con sus escritos enseñar a otros maestros que carecían de todo ello.

Chartier distingue dos tipos de lectura: la intensiva y la extensiva. La primera es aquella que se hace con mayor cuidado y detenimiento. Una y otra vez, casi al punto de memorizarla. El mismo texto leído y releído hasta comprender cabalmente lo que su autor quería comunicarnos, qué dice e incluso cómo lo dice. Es una lectura que se realiza con mucho tiempo, sin prisa, se podría decir que se hace por placer.

El segundo tipo de lectura, a diferencia de la anterior, se realiza rápidamente. Es una lectura veloz que busca abarcar más textos, en el mejor de los casos, para tener un panorama general de un tema en particular. Se trata de leer varios materiales (libros, capítulos, artículos) del mismo o de distintos autores en el menor tiempo posible, con lo cual es difícil saber con precisión lo que en cada uno de ellos se plantea porque lo que se busca es abarcar más. Es una lectura que está más cercana a la obligación.

La intensiva se asocia más con la lectura en voz alta, en tanto que la extensiva con la lectura en silencio. Con Educación. Revista Mensual se esperaba, implícitamente, que los maestros que tenían acceso a la revista hicieran una lectura intensiva. Entre un número y otro había por lo menos un mes de distancia. Tiempo suficiente para leer y comprender lo que en cada uno de los artículos se planteaba.

A lo anterior, debe agregarse un factor a considerar. Con el volumen encuadernado que se ofrecía, también se pretendía que la revista se convirtiera en un material de apoyo para los maestros en servicio. Una fuente de consulta permanente para el profesor, al alcance de su mano para que en todo momento y cada vez que se requiriera pudiera abrevar una y otra vez de sus páginas hasta hacer suyas las lecciones y metodologías que en la revista se ofrecían en cada número. En una frase: lectura intensiva.

Consideraciones generales

Con este trabajo se ha pretendido contribuir en el conocimiento de la historia de la educación mexicana, en especial en la etapa posrevolucionaria y con ello indagar especialmente el papel de las maestras. Su trabajo no se circunscribió a la labor áulica: fue más allá. Su experiencia no se perdió con su ausencia física. Quedó plasmada, en la mayoría de los casos, en las páginas de Educación. Revista Mensual. Digo en la mayoría, porque en casos como el de las maestras Carmen Ramos y Estefanía Castañeda nos quedan otros escritos, ya que son autoras de varios libros. Otras maestras, como Refugio Amezcua, solo escribieron aquí.

Una publicación como esta permite mantener vivos sus planteamientos, conocerlos, analizarlos, compararlos para comprender un ámbito tan complejo como es el educativo: sus avances y, especialmente, sus retrocesos, así como los alcances que se han tenido al paso del tiempo.

Asimismo, nos permite entender y valorar lo femenino como una construcción compleja que forma parte de la institución escolar, que en los años de la publicación de la revista era predominantemente masculina en su cotidianidad. Revisar la historia de esta publicación abre la posibilidad de conocer a un grupo de mujeres que, además de formar parte de una actividad laboral remunerada, extendieron su acción a la cultura escrita: escribir para sí, para otros y para difundir un pensamiento especializado en beneficio de los demás.

Es claro que México y, con el país, los mexicanos hemos cambiado. Los aportes científicos y tecnológicos han avanzado en hombros de gigantes, pero en lo relativo a la educación es poco lo que se ha consolidado. En tiempos recientes se han hecho reformas educativas sexenales, casi a manera de modas pedagógicas que van y vienen. Como se evidenció en este trabajo, a casi cien años de distancia, las propuestas metodológicas que se ofrecieron en la revista hoy se mantienen vigentes en muchos de los salones de clase. Ejemplo de ello son los proyectos de aula que se sustentan en la escuela de acción de la que se habló en la revista. Estudiar a las maestras es contribuir a visibilizarlas más allá del salón de clases.

En los artículos en general se puede hablar de lecciones de enseñanza, que sin duda fueron útiles a todos aquellos que en su momento tuvieron acceso a Educación. Revista Mensual. Pero también se reflexionó sobre distintos tópicos relativos a lo educativo. A todo ello contribuyeron las maestras. De manera relevante destaca la participación de la maestra Castañeda en esta publicación, porque, en particular con su último artículo, les proporcionó a los profesores un programa de estudio que pudieron adaptar y aplicar a lo largo de año escolar.

Es importante subrayar que en el contexto histórico mexicano de la década de los veinte, había muchos maestros que no habían pasado por una escuela normal. Como se anotó en su momento, se les habilitó para dar clase porque cumplían con el requisito de saber leer. Hoy sabemos que se necesita que los maestros sepan qué enseñar; esto es, que sean especialistas en su área de conocimiento, pero que también sepan cómo enseñarlo. Es decir, que conozcan la didáctica. Así expresado suena obvio y coherente. En la realidad no siempre ocurre así.

El artículo de Castañeda fue pertinente porque les brindó elementos metodológicos para llevar a la práctica un trabajo para el que muchos no habían sido formados. Por estas razones, su colaboración resultó valiosísima. Así mismo, el esfuerzo que se hizo por sacar adelante una revista como esta constituyó un proyecto relevante y loable de un grupo de maestros que tenían como único fin apoyar a sus pares tomando en cuenta la situación que se vivía en el país.

Con ellos, también merece nuestro reconocimiento la librería e imprenta de los hermanos Herrero, responsables de la edición de la revista, que creyeron en los maestros dirigidos por Lauro Aguirre y que hicieron el esfuerzo, seguramente sacrificando ganancias, de mantener la publicación, en especial si se considera que se difundió a nivel nacional, incluso sin que los números que se enviaban se hubieran pagado mediante alguna suscripción.

Educación. Revista Mensual era un proyecto editorial, sí. Pero fue especialmente un proyecto educativo que definitivamente constituye un ejemplo para maestros y particulares que, más que pensar en cómo hacer un negocio, tuvieron en mente contribuir cada uno desde su espacio a que México fuera mejor para todos.

Referencias

Ariztía, T. (2017), “La teoría de las prácticas sociales: particularidades, posibilidades y límites”, Cinta de moebio, 59, septiembre, Santiago, pp. 221-234, disponible en: http://dx.doi.org/10.4067/S0717-554X2017000200221 (fecha de consulta 26/5/2021).

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Notas de autor

* Profesora Investigadora y de Enseñanza Superior de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, México. Es doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus publicaciones recientes están: “Educación histórica. Un aprendizaje desde el aula” en La Historia de la Educación y la Educación histórica. Aproximaciones/ Multidisciplinarias e Interdisciplinarias, Escuela Normal Superior de Querétaro (2020) y “Cien años de la Secretaría de Educación Pública” en Anuario Mexicano de Historia de la Educación, vol. 2, núm. 2, (2021). Sus temas de interés están en la historia de México s. XIX e historia de la educación s. XX.


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