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Acercamiento histórico al pensamiento social cubano: principales representantes en el periodo colonial
Saylí Alba Álvarez
Saylí Alba Álvarez
Acercamiento histórico al pensamiento social cubano: principales representantes en el periodo colonial
Historical approach to Cuban social thought: main representatives in the colonial period
Rapprochement historique de la pensée sociale cubaine: principaux représentants dans la période coloniale
Historyczne podejście do kubańskiej myśli społecznej: główni przedstawiciele w okresie kolonialnym
Debates por la Historia, vol. 10, núm. 1, pp. 17-38, 2022
Universidad Autónoma de Chihuahua
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Resumen: Este artículo se realiza siguiendo la metodología concebida para artículos de revisión y tiene como finalidad comunicar los resultados de investigaciones, actualizar e informar acerca de la obra educativa de los filósofos José Agustín y Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero en el periodo colonial cubano. El estudio propone debates, ideas e investigaciones recapituladas sobre los aportes de estos filósofos a la educación cubana. El pensamiento filosófico en el periodo colonial estuvo caracterizado por oponerse a la escolástica como método del conocimiento. José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero se destacaron por sus aportes a la enseñanza a través del análisis lógico de los fenómenos, buscando las causas de estos en los procesos naturales y sociales. Separaron las materias para su estudio. Incluyeron los aportes de la Revolución Científica en los programas de estudio, destacaron la importancia de la lógica y los vínculos de los procesos económicos y sociales. Los postulados que exponemos a partir de la revisión bibliográfica, se fundamentan en la revolución educacional que provocaron en su oposición al método escolástico del conocimiento.

Palabras clave:pensamientopensamiento,educacióneducación,métodométodo,escolásticaescolástica.

Abstract: This submission was organized according to the academic methodology for review articles and it has a threefold purpose, to communicate the results of research, update and inform about the educational works of philosophers José Agustín y Caballero, Félix Varela and José de la Luz y Caballero in the Cuban colonial period. The study proposes: debates, ideas and research focusing on the contributions of these philosophers to Cuban education. Philosophical thought in the colonial period was characterized by its opposition to scholasticism as a method of knowledge. José Agustín Caballero, Félix Varela and José de la Luz y Caballero stood out for their contributions to teaching through the logical analysis of phenomena, looking for their causes in natural and social processes, and because they separated different subjects for their individual study. These authors included the contributions of the Scientific Revolution in study programs, they highlighted the importance of logic and their links to economic and social processes. The ideas that we expose here from the bibliographic review are based on the educational revolution that these authors caused with their opposition to the scholastic method of knowledge.

Keywords: thought, education, method, scholasticism.

Résumé: Cet article est réalisé selon la méthodologie conçue pour les articles de révision et a pour but de communiquer les résultats des recherches, mettre à jour et informer sur l’œuvre éducative des philosophes Joseph Augustin et Chevalier, Félix Varela et José de la Luz y Caballero à l’époque coloniale cubaine. L’étude propose des débats, des idées et des recherches récapitulatives sur les apports de ces philosophes à l’éducation cubaine. La pensée philosophique à l’époque coloniale a été caractérisée par l’opposition à la scolastique comme méthode de la connaissance. José Agustín Caballero, Félix Varela et José de la Luz y Caballero se sont distingués par leurs contributions à l’enseignement à travers l’analyse logique des phénomènes, en cherchant les causes de ceux-ci dans les processus naturels et sociaux. Ils ont séparé les sujets pour leur étude. Ils ont inclus les contributions de la Révolution scientifique dans les programmes scolaires, ont souligné l’importance de la logique et des liens des processus économiques et sociaux. Les postulats que nous exposons à partir de la revue bibliographique, se fondent sur la révolution éducative qu’ils ont provoquée dans leur opposition à la méthode scolastique de la connaissance.

Mots clés: Pensée, Éducation, Méthode, Scolastique.

Streszczenie: Ten artykuł został zrealizowany zgodnie z metodologią przeznaczoną dla artykułów naukowych i ma na celu przekazanie wyników badań, aktualizacji i raportu na temat pracy edukacyjnej filozofów José Agustín y Caballero, Félix Varela i José de la Luz y Caballero w kubańskim okresie kolonialnym. Badanie proponuje debate, pomysły i podsumowane wkladu tych filozofów w kubańską edukację. Filozofiaw okresie kolonialnym charakteryzowała się przeciwna do scholastyki metodą poznania. José Agustín Caballero, Félix Varela i José de la Luz y Caballero wyróżnili się swoim wkładem w nauczanie poprzez logiczną analizę zjawisk, szukając ich przyczyn w procesach naturalnych i społecznych. Rozdzielili przedmioty do nauki. Uwzględniły one wkład rewolucji naukowej w programy nauczania, podkreśliły znaczenie logiki i powiązań procesów gospodarczych i społecznych. Postulaty, które wysuniemy z przeglądu bibliograficznego, opierają się na rewolucji edukacyjnej, bedacej w opozycji do scholastycznej metody wiedzy.

Słowa kluczowe: myśl, edukacja, metoda, scholastyka.

Carátula del artículo

Artículos de investigación

Acercamiento histórico al pensamiento social cubano: principales representantes en el periodo colonial

Historical approach to Cuban social thought: main representatives in the colonial period

Rapprochement historique de la pensée sociale cubaine: principaux représentants dans la période coloniale

Historyczne podejście do kubańskiej myśli społecznej: główni przedstawiciele w okresie kolonialnym

Saylí Alba Álvarez*
Universidad de Sancti Spiritus, Cuba, Cuba
Debates por la Historia, vol. 10, núm. 1, pp. 17-38, 2022
Universidad Autónoma de Chihuahua

Recepción: 07 Mayo 2021

Aprobación: 10 Noviembre 2021

Publicación: 31 Enero 2022

Introducción

El pensamiento filosófico en Cuba está asociado a la conquista y colonización por parte de España y es producto de una situación económica cambiante, con sus especificidades por periodo, lo cual, utilizando el método marxista de interpretación de los fenómenos históricos superestructurales -como reflejo de la base económica- generaron en cada momento una filosofía diferente. A partir de un marcado afán económico por parte de España y con un trasfondo esclavista, con todos los males que trae aparejado socialmente, se desarrolló en Cuba un pensamiento propio, que no solo se cuestionaba la economía y los problemas a través de la petición de reformas, sino que se opuso al método tradicional del conocimiento y propuso la búsqueda de la verdad a partir del razonamiento propio.

En la educación cubana se introdujeron nuevas disciplinas, se separaron las ciencias para su mejor comprensión y se fundaron instituciones y asociaciones que marcarían las pautas del desarrollo de las ciencias de la educación en Cuba. Los pensadores cubanos del periodo colonial que sentaron las premisas en este sentido fueron los presbíteros José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero. Varios autores cubanos han abordado la vida y las ideas de estos tres filósofos cubanos, desde diferentes perspectivas, sin embargo, son limitados los estudios que establecen los aportes que realizaron desde su pensamiento filosófico y social a la educación cubana, a través de su contraposición al método escolástico del conocimiento, la búsqueda de los saberes por parte del propio estudiante y el razonamiento lógico.

El presente estudio, expone una revisión bibliográfica sobre los aportes de José Agustín y Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero a la educación y al pensamiento filosófico y social cubano, esencialmente desde estudios publicados en formato físico (libros) y que en muchas ocasiones son de difícil lectura para los estudiantes, principalmente de licenciaturas técnicas. La revisión de la literatura hecha es de gran importancia porque resume y contextualiza los principales aportes que aparecen en estos materiales que, en los últimos tiempos, son de poco uso, debido al incremento de publicaciones científicas en plataformas digitales, de forma tal que, de manera sintética, ofrecemos una actualización e información sobre el tema.

Para la realización del estudio propuesto, se revisaron varias fuentes secundarias que abordan la vida y obra de estos fundadores de la filosofía educativa en Cuba. Al respecto, las fuentes más significativas fueron Las obras completas de José Agustín y Caballero que compilan sus cartas y escritos sobre el panorama de la educación en la Cuba colonial y los principales cambios que debían generarse en la enseñanza. Por su parte, la obra Varela, el precursor, publicada en el año 2008, del autor Jorge Ibarra Cuesta, aborda la vida y obra de Félix Varela, enfatizando en su formación religiosa y sus ideas independentistas como único fin para la dominación española. Otros estudios como Bosquejo histórico de la educación en Cuba, publicada en 1986 por Ibarra, ofrecen la historia de la educación cubana según los diversos métodos de enseñanza. Las ideas en Cuba (Vitier, 2002) detalla la evolución del pensamiento filosófico en Cuba a partir de los periodos históricos en que vivieron los filósofos. Por último, la obra Ese sol del mundo moral (Vitier, 2004), se refiere al patriotismo de los cubanos, presente en todas las épocas históricas, y destaca el papel reformador de los filósofos José Agustín y Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero. Se consultaron otros artículos científicos sobre el tema, publicados en revistas académicas que, en su conjunto, ofrecen el estado de los estudios del pensamiento filosófico cubano en el periodo colonial.

Por tanto, el objetivo propuesto es valorar el pensamiento filosófico y social cubano como premisa de las ciencias en Cuba. El trabajo aporta los postulados esenciales de los filósofos paradigmáticos de la educación cubana, a través de su enfrentamiento a los métodos tradicionales de enseñanza asociados al catolicismo y su posición política frente a la situación de Cuba con respecto a España.

Desarrollo

Para valorar en toda su magnitud los aportes del pensamiento filosófico y social cubano como premisas a la ciencia de la educación, es necesario partir de una conceptualización que permita entender la complejidad que une en un mismo proceso las categorías economía, sociedad, pensamiento y educación. Cuba formó parte del ansia de insularidad que dominó a España después del descubrimiento, por lo que fue colonizada y sometida económica, política y socialmente a los designios de la metrópoli, de ahí que las categorías economía, sociedad, pensamiento y educación expresaban las relaciones dependientes de Cuba con respecto a España. Las contradicciones entre colonia y metrópolis se basaban en la falta de derechos de los cubanos y el no reconocimiento de los ideales de nación que crecían con los criollos, a los que cada vez les resultaba más lejana la patria de sus padres. Como trasfondo de una sociedad esclavista y cambiante, el pensamiento filosófico no podía estar encaminado a otro objeto que los propios avatares de la naciente sociedad. De ahí la relación entre las categorías filosofía, economía, sociedad, pensamiento y educación. Cada uno de los próceres que de alguna manera se cuestionaron el desarrollo y evolución de cualquiera de estas categorías por separado, terminaban finalmente asumiendo una forma de pensamiento con respecto a las relaciones colonia y metrópoli.

En el periodo de la conquista, España se encontraba reelaborando su doctrina escolástica de modo que respondiera a las especificidades de la Reforma. De esta forma las órdenes religiosas llegadas de España, que traían una misión evangelizadora, fundaban colegios y conventos con los cuales se llevaba a cabo la enseñanza de la teología y de la filosofía. En un plano ideológico general, y en el filosófico en particular, los poderes coloniales importaron a los nuevos territorios la filosofía escolástica que era la que sustentaba las ideas imperantes de sus propios países; pero este proceso se vio parcializado en las regiones de América que mayor interés económico representaba para los conquistadores por las riquezas que allí encontraron.

Este abandono, en el plano de las ideas, provocó que en Cuba no se expresara una de las polémicas que marcó el siglo XVI, en el Nuevo Mundo y en la Península Ibérica, respecto al derecho de la metrópoli a someter los nuevos territorios y acerca del justo régimen al que debían ser sometidos los indios. Sin embargo, no puede dejar de mencionarse que fue en Cuba donde el sacerdote Bartolomé De las Casas expresó su preocupación por la servidumbre de los miembros, rechazando su encomienda, gesto que tuvo gran significación para la historia como crítica a la ideología imperante, puesto que manifestaba que el abuso y el maltrato estaban en contra de lo expresado en las Sagradas Escrituras y por tanto con la religión cristiana. Esto sirvió como premisa para que el fraile escribiera sus importantes textos de las cuestiones teológicas y filosóficas que se debatían. En sus estudios al respecto de los orígenes del pensamiento filosófico cubano, las autoras Isabel Monal y Olivia Miranda, en su obra, Pensamiento Cubano, siglo XIX, destacan “(…) no parece exagerado considerar que un momento inicial y significativo lo fue aquella primera toma de conciencia en la Isla caribeña” (2002, p. 2).

De las corrientes dominantes en Europa, no existen en Cuba expresión alguna. El abandono educacional y cultural provocado por la carencia de instituciones y las pocas fundadas tenían como objetivo esencial la enseñanza del latín y los cantos sagrados. Debido a esto el pensamiento filosófico cubano quedó postergado a otras épocas si se compara con otras regiones como México o Perú, donde ya existía la enseñanza de la filosofía. Según la bibliografía consultada, no es hasta 1647 que aparece la primera Cátedra de Filosofía, fundada en el Convento de San Francisco. Algunos autores como Torres Cueva, señalan la presencia de lectores de filosofía en 1690 y 1695. “Los estudios filosóficos eran basados en la defensa del catolicismo, no existían cuestionamientos en ninguna orden” (Torres, 2008, p.45). Al igual que en el resto del continente, aquella enseñanza era dirigida a la formación de los sacerdotes y destinada a preparar y servir los estudios de teología, y se lo otorgaba a la filosofía un carácter clasista y mediador. También desde comienzos del siglo XVII los dominicos habaneros impartían en sus conventos los Studium Generale. Estos contenían las materias que serían objeto de estudio en la universidad. Es a partir del siglo XVIII que comienzan a proliferar las cátedras de filosofía en los conventos. Es obvio que, imperante en Europa la ideología escolástica como una sierva del cristianismo, fue este mismo modelo el que tuvo lugar en la realidad de la isla de Cuba y por tanto el sistema de enseñanza se fundamentó en el método escolástico del conocimiento, impidiendo el razonamiento lógico a partir de la interpretación y estudio de los fenómenos, predominando la enseñanza memorística de las Sagradas Escrituras.

La enseñanza de la Filosofía, denominada (Artes), era escolástica y bajo el signo aristotélico. Se negaban los aportes de la Revolución Científica ocurrida en los siglos XVI y XVII por Galileo, Copérnico y otros. Nada llegaba ni se enseñaba en Cuba del espíritu crítico que vislumbraba Europa en el siglo XVIII. Como es lógico, siendo Cuba colonia de España, nada podía esperar, pues España fue uno de los países más atrasados de Europa y de los últimos en acercar sus pasos al Renacimiento, por el contrario, continuaba atada al catolicismo del periodo medieval, que no se caracterizó por el espíritu científico salvo algunos pensadores como Roger Bacon. España se negaba a ceder paso a las innovaciones del Renacimiento. De ahí la importancia de los aportes filosóficos de José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero al desarrollo de la ciencia de la educación en Cuba.

El presbítero José Agustín Caballero (1726- 1835) es conocido como el primero en comprender la necesidad de eliminar lo más absurdo dentro de la problemática de la filosofía escolástica, bajo cuyo signo se formó en las aulas del Seminario de San Carlos, donde más tarde ocupó la cátedra de filosofía. Fue “uno de los más entusiastas y activos miembros de la sociedad, combatió desde sus cátedras lo vacío y estéril del escolasticismo” (García, 1986, p. 26).

José Agustín Caballero, en el año 1795, realizó una exposición de gran importancia, donde denunciaba los atrasos de la educación en Cuba. El caso constituye uno de los ejemplos más trascendentes de la historia intelectual cubana, donde critica la rigidez de la enseñanza a través del método escolástico y exime a los maestros de tal responsabilidad.

Más confieso, simultáneamente, dice que los maestros carecen de responsabilidad sobre ese particular, porque ellos no tienen otro arbitrio, ni acción que ejercer y obedecer. Me atrevo a afirmar en honor de la justicia que les es debida que, si se les permitiera regentear sus aulas libremente, sin precisa obligación a la doctrina de la escuela, los jóvenes saldrían mejor instruidos en latinidad, estudiarían la verdadera filosofía, penetrarían el espíritu de la Iglesia y en sus cánones y el de los legisladores en sus leyes… (Vitier, 2002, p. 11).

Estas ideas de Caballero provocaron que la Sociedad Patriótica, institución de importancia central en nuestros orígenes, acogiera la exposición de su ilustre socio y elevara al Rey una representación pidiendo la reforma del plan de estudios. Proponían que se implantara la enseñanza de la Química, de la Anatomía Práctica, entre otras cosas. Estos intentos de búsqueda de la verdad no tuvieron acogida por aquellos años.

Entre los principales aportes de José Agustín Caballero estuvo el tomar conciencia de las diferencias entre la comunidad insular criolla y las autoridades coloniales hispánicas. Además, les transmitió a sus alumnos, incluyendo al patriota Félix Varela, la convicción de que, en el ámbito filosófico, el pensamiento ecléctico que armonizaba la percepción sensorial y la fe debían reemplazar a la escolástica medieval. De ahí la necesidad de alentar las disciplinas científicas experimentales en los altos estudios.

Durante casi un siglo, la literatura histórica negó parcialmente la importancia del pensamiento de José Agustín Caballero en la lucha por la reforma filosófica y educacional en nuestro país o se le ha tratado de colocar como un verdadero revolucionario en cuanto a lo que esa disciplina se refiere. No fue ni una cosa, ni la otra, según ha planteado Isabel Monal en su trabajo Tres filósofos del centenario. Caballero sigue la línea iniciada en España por Benito Jerónimo Feijoo, conocida como eclecticismo corriente, que pretendía liberar al pensamiento del principio de la autoridad enarbolado por la escolástica, representado fundamentalmente en la figura de Aristóteles. Para esa tendencia, la filosofía debe tomar de cualquier pensador, sea este quien sea y provenga de cualquier escuela o país, aquellas verdades que parezcan más evidentes. Sin embargo, la historiografía reciente ha erradicado tal criterio, puesto que el padre José Agustín Caballero:

Fue representante de la filosofía iluminista o de la ilustración en Cuba. Fue un agudo crítico de los males actuales de su época y el portavoz de la clase social en desarrollo que elegía las reformas indispensables, en los campos de la economía, la política y la educación científica (García, 1986, p. 26).

En definitiva, lo que intentan los eclécticos corrientes es una conciliación entre la filosofía aristotélica y algunos principios del pensamiento moderno y el culto a la razón, derivado de las posiciones de René Descartes junto a Gassendi, Newton y otras figuras del pensamiento moderno europeo. Caballero resulta un admirador de la obra de Benito Díaz de Gamarra, un contemporáneo suyo y autor de una labor similar y anterior en la Nueva España.

Aunque Caballero no deja de mencionar en su única obra, La philosophia electiva (escrita en 1796, pero editada después de su muerte) a pensadores del empirismo inglés y francés, tales como Jhon Locke, Francisco Bacon, Etienne B. de Condillac y otros, realmente su modernidad se encuentra por la vía del racionalismo cartesiano, estrechamente vinculado al aristotelismo, que pretendía estudiar a través de las obras originales del filósofo griego, y no de las versiones al uso en su tiempo.

Se pronunció Caballero contra los que sin conocer lo que tenían a sus pies, se empeñaban en especular contra lo que había en los cielos, señalando de este modo la necesidad de conocer lo que hay en la naturaleza a través de las ciencias, aplicando el sentido utilitarista presente en Descartes y desarrollado por Locke. Con su lenguaje mucho más libre, probablemente por el amparo del pseudónimo, Caballero explicó sus posiciones a favor de la física experimental en las páginas del Papel Periódico, a través de una serie de artículos sobre el tema, que desataron cierta polémica en el siglo XVIII.

El Padre Caballero estuvo influido directamente por la filosofía sensualista de Condillac y de Locke y por la pedagogía de J. J. Rosseau, que en esencia parten de la experiencia sensorial de lo particular a lo general y de lo conocido a lo desconocido, siguiendo un proceso natural que toma en cuenta las actitudes espontáneas del educando y donde la intervención del maestro debe limitarse a prestar ayuda al escolar (García, 1986, p. 26).

Para el maestro del Seminario, la filosofía se definía como “el conocimiento cierto y evidente de las cosas que, por sus causas más altas, logrado por medio de la sola luz de la razón” (Instituto de Literatura y Lingüística, 2004, p. 4). No se trata pues de la revelación divina como propugnaba la escolástica, sino de la capacidad del hombre puesta en función de su necesidad de conocer. Sin embargo, Caballero no vacila en poner por encima de las verdades de la razón, las verdades de la fe, cuando ambas entran en contradicción. En lo que a método se refiere -preocupación fundamental de la filosofía moderna- este sacerdote, al tiempo que sugiere lo deductivo de las matemáticas como método general del conocimiento siguiendo a Descartes, escribe un libro en que más de la mitad de sus páginas respeta las reglas del ars disputandi. Por otra parte, dudaba, como Descartes, de la posibilidad de los sentidos de ofrecer un conocimiento certero de la realidad. Por tanto, se ha planteado que su antiescolasticismo fue crítico, pero sin desentenderse de la problemática fundamental de la escolástica ni, en consecuencia, de su método. En 1795, escribía: “el sistema actual de la enseñanza pública de esta ciudad, retarda y embaraza el progreso de las artes (humanidades) y de las ciencias… “(García, 1986, p. 6). Antes había escrito en el Papel Periódico “… ¿Qué ojos filosóficos puede ver sin lágrimas el estado deplorable en que se haya en nuestro país la educación de los hijos? Por dondequiera que se mire no ofrece otra cosa que motivo de dolor y sentimiento” (García, 1986, p. 6). Cómo se aprecia a través de sus escritos, no se puede escribir la historia de la ciencia de la educación en Cuba, sin detenerse en los aportes que realizara José Agustín Caballero.

Por su parte, el sacerdote y patriota cubano Félix Varela había sido discípulo de José Agustín Caballero, quien influyó notablemente en su formación. Varela fue promulgador de la búsqueda del conocimiento humano y de la esencia de los fenómenos. Enseñó a sus alumnos a buscar las causas de los procesos. En el Seminario de San Carlos fundó la Cátedra de Constitución, que tuvo gran expectación por parte del pueblo.

Era tan grande el concurso del pueblo que concurría a estas lecciones de política, como se les solía denominar que, aunque el local escogido para darlas, era el aula magna del colegio, los asientos de todos los bancos estaban ocupados y un público numeroso se agrupaba a las puertas y a las ventanas, manteniéndose allí de pie para tener el gusto de escucharle (Vitier, 2002, p. 36).

Según ha planteado el estudioso sobre el tema Emilio Barreto Ramírez:

(…) Varela cavilaba decididamente en torno a una Cuba independizada de España, que se constituyera en nación cuyo talante fuese el discernimiento ciudadano, porque era – y sigue siendo – el único modo de encarar la tarea del progreso, del avance en la esfera de lo social. Desde esta instancia, si bien no dejó de ser un hombre de su tiempo, también actuó como un adelantado, pues dispuso del periodismo: un oficio que la modernidad tardía elevó a práctica profesionalizada (Barreto, 2020, p.3).

Varela fue precursor no solo del pensamiento filosófico cubano en función de la independencia, sino del social. En 1823 presentó a las Cortes un proyecto revolucionario que fue censurado por el ansia independentista que emanaba. Varela sostiene que las posesiones que España tiene en ultramar, tienen profundas diferencias geográficas, económicas y culturales. Proponiendo por tanto la autonomía de la Colonia y limitar las facultades del Gobernador. Estas propuestas le trajeron como consecuencia que tuvo que salir hacia España y más tarde ir a los Estados Unidos, donde pasaría el resto de sus días soñando con su tiempo de profesor en el Seminario y clamando por su patria.

Varela fue un defensor de que el alumno no fuera un receptor de conocimiento, sino que fuera el protagonista de la búsqueda de la verdad, por ello pasaba horas en los laboratorios de Química, realizando experimentos con sus alumnos. El padre Varela intensificó esas enseñanzas, de forma tal que prácticamente vivía en el laboratorio del Seminario, entre los aparatos donados por el obispo De Espada o los construidos por cuenta propia, frente al artilugio de los astros girando o entre las chispas, las corrientes, los galvanismos que, según testimonios, por su personal hipersensibilidad, lo estremecerían dolorosamente en su sotana negra.

Varela es conocido como el enemigo acérrimo de la escolástica decadente, el negador de la autoridad de los padres en materias filosóficas, el modernizador de la enseñanza de la filosofía, asimilador del cartesianismo, el empirismo inglés y la ideología francesa, adalid de las ciencias experimentales en el propio seminario. Ejemplo en suma del pensamiento iluminista y de un liberalismo político deudor de la doctrina de la Revolución Norteamericana y de la Revolución Francesa, que lo llevó después de la experiencia de la Corte de Cádiz, de un avanzado reformismo al independentismo radical que manifestó en su periódico El habanero. En su quehacer múltiple, mostró una vocación de proyección, no solo nacional, sino también continental, particularmente expresada en su identificación con el proyecto y las luchas por la independencia de las repúblicas al sur del Río Bravo.

La actividad filosófica de Varela se desenvolvió en un periodo de grandes acontecimientos políticos e ideológicos, como lo fueron las convulsiones sociales e independentistas y la ulterior fundación de las nacientes repúblicas. En el plano del pensamiento y de la vida espiritual en general participó y lideró la radicalización de las ideas filosóficas, incluidas las concepciones políticas y sociales, se entró entonces de lleno en la modernidad filosófica, dejando atrás las ideas moderadas del reformismo electivo, para dedicarse a otras áreas del saber. Varela fue el iniciador en Cuba de la radicalización y de la plena modernización de la filosofía. Por otra parte, se inscribe dentro del movimiento de renovación del pensamiento político y social que tuvo lugar en el continente.

Uno de los logros, que según investigadores como Vitier (2002), Monal y Miranda (2002) y Torres (1990) hacen de él un clásico, consiste en que su ideario representó una lúcida y significativa síntesis de ideas y vertientes ideológicas, con las que logró captar y expresar el espíritu de una época. Entre las ideas fundamentales de Varela se destacan los sentimientos de libertad e igualdad. Félix Varela murió en la pobreza y soledad en los Estados Unidos en el año 1853.

Una sociedad en que los derechos individuales son respetados, es una sociedad de hombres libres, y ésta, ¿de quién podría ser esclava, teniendo en sí una fuerza moral irresistible, por la unidad de opinión, y de una fuerza física no menos respetable, por el denuedo con que cada uno de sus miembros se presta a la defensa de la patria? (Vitier, 2004, p. 18).

Sobre su admirable patriotismo, escribió José Manuel de Céspedes García Menocal:

El padre Félix Varela y Morales sacerdote diocesano habanero, nació en 1788 y murió en 1853, tras un largo exilio en Estados Unidos debido a razones políticas. Es una de las piedras fundamentales de la cultura y la nacionalidad cubana. Hombre congregante, venerado hoy en Cuba […] es considerado como el eslabón de oro de la cadena de genealogías que nos conduce a Martí (García Menocal, 1999, p.37).

José de la Luz y Caballero (1800-1862), le correspondió vivir uno de los momentos más convulsos del proceso formativo de la nacionalidad, donde se debatían las tres corrientes del pensamiento político cubano: reformistas, anexionistas e independentistas, con el trasfondo de un sistema esclavista. Su labor pedagógica estuvo dirigida esencialmente a los niveles primarios de enseñanza que se encontraban en el mayor abandono en la etapa colonial cubana. Propició en sus alumnos los análisis lógicos, desarrollando el método explicativo, donde a través de la búsqueda y desentrañamiento de los procesos, los estudiantes podían llegar a establecer conclusiones, ejercicio que se les estaba negado por el método escolástico del conocimiento. Según Rodríguez Cruz, en su ensayo José de la Luz y Caballero, precursor de la actual Revolución Educacional Cubana:

Sus primeros pasos en el magisterio fueron como profesor del Seminario de San Carlos entre 1824 y 1826, desde ese momento el joven educador de 24 años lanza su gran reto reformador el cual no abandonaría hasta su muerte en 1862. Siendo aquí profesor de filosofía pone a la ciencia como principio del conocimiento y enarbola el experimentalismo baconiano; en tal sentido, algunos años después, considera a la Pedagogía como la ciencia de la educación (Rodríguez, 2019, p. 18).

El pensamiento de José de la Luz y Caballero se centra en la importancia de que el estudiante comprendiera que la verdad científica estaba relacionada con el sentimiento del patriotismo. Desde los estudiantes comprendieran su papel en la sociedad, condenarían al colonialismo español que limitaba sus derechos. De ahí su aforismo: “Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”. (Caballero, 1999, p. 71)

De esta forma estimuló creativamente el pensamiento en sus alumnos, a partir de sus criterios sobre los procesos naturales y sociales. A través de argumentos que cuestionaban lo leído, se incorporaron otras materias de estudio que les ampliaba los horizontes culturales y quitaba los límites al pensamiento, impuestos por el método escolástico del conocimiento. Atendiendo a lo anterior, su obra pedagógica fue formadora de hombres con pensamiento propio y con valores cívicos y patriotas.

La empresa que se trazó Luz y Caballero fue una obra de lento y difícil asentamiento: la formación entre sus alumnos de los valores y sentimientos morales del patriotismo. Su legado ideológico se encuentra en los aforismos, en los que sintetizó una ética cubana (Ibarra, 2008, p. 241).

José de la Luz y Caballero, dirigió la Sociedad Económica de Amigos del País en el periodo de 1836 a 1840, donde se afanó en la difusión de la enseñanza de la primaria a toda la población, fundó la primera escuela para sordomudos y propuso la creación de la Escuela Normal para maestros con sólida preparación profesional en el dominio de los contenidos y de los métodos pedagógicos.

Luz y Caballero poseyó -como Varela- un saber verdaderamente enciclopédico. Afirman sus biógrafos que era capaz de continuar las clases en las materias más disímiles, de cualquiera de los profesores de su colegio El Salvador. Se dice también que en cuanto a filosofía recibe la influencia de Bacon, Descartes y Locke, conoce la obra de los sensualistas franceses, pero no sigue los extremos a los que llega Condillac: ver las sensaciones como algo independiente de la naturaleza, camino que conducía a una concepción idealista subjetiva. También recibe Luz y Caballero influencia del naturalismo iluminista francés (Helvecio, Holbach y Diderot) y maneja las obras de los clásicos alemanes: Kant y Hegel. Del utilitarismo inglés representado por Bentham, toma Luz no pocas ideas que incorpora a sus concepciones filosóficas. Se plantea que fue el introductor del positivismo en Cuba.

Como orientación general sigue la línea iniciada por José Agustín Caballero y Félix Varela, de no adscribirse a ninguna teoría sin analizar profundamente lo que había de verdadero en ellas. Refiriéndose la radicalidad de su pensamiento expresó:

Yo fui en mis primeros años de esta secta, y la amaba tiernamente; más la recomendé y enseñé a mis discípulos. ¡Cómo revolvía todo el universo y lo sujetaba al discurso! ¡Experiencias! Lo mismo era oírla nombrar que cerraba y apretaba los ojos hasta arrugarlos, Pero los abrí, al fin y lo vi con tiempo; me avergoncé mucho de no haberla visto antes (Fernández, 2011, p.4).

Pretende como objetivo central crear una ciencia del hombre y ve a este como un todo integral y armónico, constituido por cuerpo, alma y sensaciones, y que a su vez forma parte del mundo natural en que habita.

Luz y Caballero considera que las ciencias no pueden existir aisladas unas de otras. Cree posible convertir la moral y la filosofía en verdaderas ciencias que no marchen separadas del resto de los descubrimientos del hombre en todos los planes del saber humano. Por ello trata de encontrar un basamento fisiológico a la psicología y considera el cerebro como el órgano del pensamiento. Para conocer al hombre desde el punto de vista moral hay que estudiar todos los aspectos de su ser, incluidos los biológicos y hay que verlo inmerso en el mundo natural y social del cual forma parte. Las ciencias serán entonces –según Luz- un todo unitario que reflejará la real unidad el mundo. Refiriéndose a la importancia de estudiar y aprender en cada momento expresó "(…) no se concurre a los establecimientos para aprender todo lo aprendible, sino muy singularmente para aprender a estudiar y para aprender a enseñar" (Luz y Caballero, 1993, p. 193).

El método fue también para Luz y Caballero preocupación central, como había sido para sus maestros, pues vivía en un país donde todavía dominaba el escolasticismo en los centros medulares de enseñanza. Cree que el único método de conocer es a través de la experimentación, puesto que parte del principio de que el hombre conoce a través de sus sensaciones. Considera errada la idea cartesiana en cuanto a la existencia de ideas innatas y consecuentemente afirma que la razón no es capaz de encontrar por sí sola la verdad sin la ayuda de la experimentación. Es necesario consultar la veracidad de las ideas que los hombres se hacen del mundo en el cual viven.

José de la Luz es la figura central en torno a un grupo de polémicas que se desarrollan en nuestro país entre 1838 y 1840, que versaron sobre aspectos fundamentales de carácter científico, filosófico y moral, tras los cuales se debatían también problemas políticos. Los temas fundamentales de estas polémicas fueron primeramente el método, donde Luz se manifestó a favor de organizar la enseñanza partiendo del estudio del mundo natural, lo más cercano al estudiante, para seguir con aquellas disciplinas que requerían un mayor poder de abstracción. De este modo el aprendizaje comenzaría por las ciencias naturales y culminaría con el estudio de la filosofía, y dentro de ella la lógica.

El tema de la segunda polémica fue Moral utilitaria y moral religiosa, con el cual se pretendía enfrentar de hecho, la religión a las necesidades del hombre en la vida. En una sociedad oficialmente católica, en la cual se debatían problemas tan esenciales como la dependencia política a una nación extranjera, este tema tenía gran importancia. Para Luz no había contradicción entre el deber y la utilidad, como no lo había para Varela, puesto que, como su maestro, consideraba que lo bueno era lo útil para la mayoría de la sociedad. Por supuesto, para Luz la mayoría era el sector social cuyos intereses representaba, los hacendados cubanos.

El eclecticismo de Víctor Cousin fue el tema de la última polémica y la más importante. Las ideas de Víctor Cousin (1792 -1867), filósofo e historiador francés de segunda categoría, pero muy en boga por aquellos años, se había generalizado entre un grupo de jóvenes intelectuales de la Isla. Luz y Caballero las consideraba muy peligrosas para la juventud porque pretendían, en su opinión, la conciliación aparente de principios opuestos, tras lo cual se escondía una actitud contraria al estudio verdadero de las ciencias naturales, puesto que acusaba de ateos y materialistas a los que defendían la verdadera investigación de la realidad y la búsqueda de la verdad en la medida en que ello fuera posible. El eclecticismo cousiniano defendía el llamado doctrinarismo, corriente de carácter político que pretendía que la historia era la forma en que se manifestaba el gobierno de Dios en la tierra.

José de la Luz y Caballero, no fue partidario de la independencia de Cuba, porque consideraba que no estaba en condiciones de gobernarse, pero tampoco estaba de acuerdo con la situación en que España tenía sumida a la Isla, tanto en el orden político, económico como social. Fue un reformista y coincidió con las ideas de José Antonio Saco de que debía haber libertad de comercio, abolición de la trata y un gobierno cubano, aunque sin liberarse de España. Sin embargo, hay que tener presente que, a diferencia de José Antonio Saco y Domingo del Monte, Luz y Caballero se convenció de que con respecto a España nada se podía esperar y nada iba a cambiar. En los colegios de Carraguao y El Salvador, fundados por él, expuso sus ideas políticas, morales y patrióticas. Destacadas figuras de la historia de Cuba fueron sus alumnos, entre ellos Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo, Ignacio Agramonte, Manuel Sanguily, Antonio Zambrana, entre otros. Sus discípulos fueron parte de la plana mayor que se lanzó en 1868 en aras de nuestra independencia.

Como se puede apreciar, después de un análisis detallado de los principales aportes filosóficos, políticos y sociales, no se puede realizar el estudio de las ciencias de la educación en Cuba sin tener en cuenta los postulados de estos tres pensadores. Sus ideas contribuyeron al proceso de integración social y cultural de la nación, puesto que se plantearon y cuestionaron las diferencias entre la comunidad insular criolla y las autoridades españolas. Fueron pensadores que, aunque en el caso de José Agustín Caballero y José de la Luz y Caballero -que fueron reformistas- aportaron cuestiones fundamentales al proceso de búsqueda del conocimiento, negando lo instituido por la Iglesia Católica. En el caso de Félix Varela, desde el Seminario formó patriotas, desde sus clases de Constitución, y abogó por el estudio de las ciencias. Fue el más radical de su tiempo y legó a su patria un pensamiento emancipador donde abogaba por la abolición de la esclavitud y por la independencia de Cuba.

Conclusiones

El pensamiento filosófico y social cubano constituye premisa obligada de la Ciencia de la Educación en Cuba, puesto que revolucionó la enseñanza instituida por las órdenes religiosas católicas que respondían a los intereses de la metrópoli española en la Isla. Las ciencias se estudiaban unidas en una misma materia y se negaban los grandes adelantos de la Revolución Científica que irradió el siglo XVIII en Europa. De ahí la importancia del pensamiento revolucionario y renovador de estos filósofos. Defendieron el estudio de la lógica, la búsqueda de los procesos, los vínculos entre economía y sociedad. Criticaron la escolástica aristotélica como un método pasivo que imposibilitaba al estudiante comprender los fenómenos naturales y sociales. José Agustín y Caballero y José de la Luz y Caballero fueron reformistas con respecto a la situación de Cuba y España; sus ideas, aunque no se plantearon la necesidad de independencia de la Isla, enfrentaron la oposición continua de la metrópoli a sus demandas y esa propia negativa demostró que a través de reformas no se iba a cambiar la situación económica, política y social de Cuba. La actividad política, las instituciones que dirigían, sus publicaciones en la prensa, propiciaron espacios de debates y críticas a la situación social y política. La labor cultural y pedagógica de José de la Luz y Caballero fueron aportes al acervo cultural de la nación cubana.

Por su parte las ideas del sacerdote Félix Varela fueron un paso decisivo a la integración social y cultural, pues no fue representante de una clase específica o un grupo étnico determinado. Su pensamiento fue superior, representó a todos los hombres justos. Se cuestionó y criticó duramente el problema de la esclavitud, proceso que odió desde que tuvo poder de razonamiento. Fue un fundador porque legó a su patria un pensamiento revolucionario radical que tenía como centro la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud. De sus aulas salió el pensamiento revolucionario que alentó a los patricios que salieron en busca de esos ideales en 1868, momento en que estalla nuestra primera gesta emancipadora.

Material suplementario
Referencias
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Notas
Notas de autor
* Ha publicado artículos científicos y libros de investigación entre los que se encuentran: “El punto espirituano: patrimonio cultural de la nación cubana”, “Cooperación triangular y estudios de género”, “Resistencia cultural aborigen en la formación de la nacionalidad cubana” y “La gran pena del mundo: apuntes para el estudio de la esclavitud desde la literatura y la historia”. También los libros: “Con el sabor de mi punto”, “Claves y rumbas” y “El gallo que es fino y canta”. Ha recibido premios como: Juan Marinello y Premio de la Academia de Ciencias de Cuba.
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