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Educación de mujeres: historias de vida en contextos de marginación social, 1930-1970 ca.
Women?s education: life stories in contexts of social marginalization 1930-1960
Éducation des femmes: histoires de vie dans des contextes de marginalisation sociale, 1930-1970 ca ç
Edukacja kobiet; historie zycia w kontekscie marginalizacji spo?ecznej, 1930-1970
Debates por la Historia, vol. 8, núm. 1, pp. 41-109, 2020
Universidad Autónoma de Chihuahua

Artículos de investigación

Derechos Reservados

Recepción: 06 Agosto 2019

Aprobación: 18 Diciembre 2019

Publicación: 31 Enero 2020

Resumen: Este artículo surge del desarrollo de un proyecto de largo aliento iniciado en el año 2004, titulado Historia social e historias de vida. Educación de mujeres en Guanajuato a mediados del Siglo XX. Al pasar el tiempo, la propuesta ha devenido en otras y se ha enriquecido metodológicamente, abriendo consigo el horizonte hacia otras regiones; en esta ocasión se contrastan las historias de vida de cinco mujeres de Guerrero, Guanajuato y Oaxaca, quienes fueron entrevistadas, destacando el análisis de las categorías de educación, marginación y machismo. Estas historias se enlazan de tal forma que confirmamos que nuestra sociedad es claramente sexista, dada su raíz patriarcal, que si bien existen obstáculos que impiden a una mujer recibir educación formal, en más de una ocasión la ideología es uno de los de mayor peso, concediendo que las mujeres somos quizás el elemento que más influye para que esta se perpetúe, pues descartando las carencias económicas, la falta de instituciones educativas formales y el hecho de que la educación no sea una prioridad para muchas, culturalmente nos es más difícil quitarnos las etiquetas e ir en contra de lo que la sociedad, traducida en diferentes contextos, ha establecido a través de los años para las mujeres.

Palabras clave: Educación de mujeres, historia de la educación, educación formal, marginación social, ideología.

Abstract: This paper emerges from the development of a long-term project which started ten years ago, entitled "Social History and Life Stories: Women's Education in Guanajuato in the mid-twentieth century." Over time, the proposal evolved into others and has been enriched methodologically, opening the horizon to other regions. This paper discusses and contrasts the life stories of five interviewed women from Guerrero, Guanajuato and Oaxaca, and highlights the analysis of the categories of education, marginalization and machism. By linking these stories, it is possible to confirm that our society is clearly sexist due to its patriarchal origins, that although there are obstacles that prevent women from receiving formal education, ideology plays a major role as women tend to be those who share and transmit it. These stories show that after eliminating factors such as economic deficiencies, the lack of formal educational institutions and the fact that education is not a priority for many women, culturally speaking it is harder to remove the labels put on women to go against what society has established for them over the years.

Keywords: Women education, history of education, formal education, social marginalization, ideology.

Résumé: Cet article découle du développement d'un projet à long terme initié en 2004, intitulé «Histoire sociale et histoires de vie. L'éducation des femmes à Guanajuato au milieu du XXe siècle. » Avec le temps, la proposition en est devenue une autre et s'est enrichie méthodologiquement, ouvrant l'horizon à d'autres régions; À cette occasion, les histoires de vie de cinq femmes de Guerrero, Guanajuato et Oaxaca, qui ont été interrogées, sont mises en évidence, mettant en évidence l'analyse des catégories d'éducation, de marginalisation et de machisme. Ces histoires sont liées de telle manière que nous confirmons que notre société est clairement sexiste, compte tenu de sa racine patriarcale, que bien qu'il existe des obstacles qui empêchent une femme de recevoir une éducation formelle, à plus d'une occasion l'idéologie est l'une des plus importantes, en accordant que les femmes sont peut-être l'élément qui influence le plus pour qu'il se perpétue, car en éliminant les déficiences économiques, le manque d'établissements d'enseignement formel et le fait que l'éducation n'est pas une priorité pour beaucoup, culturellement, il est plus difficile pour nous de décoller et aller à l'encontre de ce que la société, traduite dans différents contextes, a établi au fil des ans pour les femmes.

Mots clés: Éducation des femmes, Histoire de l'éducation, Éducation formelle, Marginalisation sociale, Idéologie.

Streszczenie: Artyku? jest rezultadem d?ugotrwa?ego projektu rozpocz?tego w 2004 roku, zatytu?owanego "Historia spo?eczna i historie ?yciowe. Edukacja kobiet w Guanajuato w po?owie XX wieku". W miar? up?ywu czasu praca zostala metodologicznie wzbogacona, otwieraj?cmozliwosc zbadania innych regionow; takich jak historie ?ycia pieciu kobiet ze stanow: Guerrero, Guanajuato i Oaxaca, które zosta?y przes?uchiwane, podkre?laj?c waznosc koceptu edukacji, marginalizacji i machismo, ktore zostaly ze soba skontrastowane. Historie te s? powi?zane w taki sposób, ?e zdolalismy potwierdzic, ?e nasze spo?ecze?stwo jest wyra?nie seksistowskie, bior?c pod uwag? jego patriarchalny rdzen i chocia? istniej? przeszkody, które uniemo?liwiaj? kobiecie otrzymanie formalnego wykszta?cenia, to niejednokrotnie ideologia jest jedn? z najwa?niejszych. Kobiety wydaja sie by? najbardziej wp?ywaj?cym elementem na formowanie przyszlych pokolen. Jednakze braki ekonomiczne, brak formalnych instytucji edukacyjnych i fakt, ?e edukacja nie jest priorytetem dla wielu, prowokuje ze, kulturowo jest trudniej awansowac i przeciwstawi? si? spolecznej izolacji kobietom , ktore szukaja innej drogi niz kulturalnie zaakceptowana.

S?owa kluczowe: Edukacja kobiet, historia edukacji, edukacja formalna, marginalizacja spo?eczna, ideologia.

Introducción

El acceso a la educación formal en México no ha sido fácil para las mujeres; se ha visto profundamente marcado, entre otras razones, por los prejuicios, la situación económica, la discriminación y la ubicación geográfica del lugar donde viven o se desarrollan. El objetivo del presente texto es dar cuenta de las experiencias de formación y vida de mujeres de diferentes estados de la República en un horizonte temporal a partir de 1930 y hasta 1970. Dar a conocer las carencias, facilidades y dificultades con las que se encontraron a lo largo de su educación formal, si es que la tuvieron; y si no, conocer los motivos por los cuales no ocurrió así. Del mismo modo, ahondar en sus historias personales y descubrir cómo las situaciones con las que se enfrentaron las hicieron ser las mujeres que son ahora.

Antecedentes

En la búsqueda que se hizo para este artículo, se han ubicado dos ponencias presentadas en el XIV Congreso Nacional de Investigación Educativa, y dos artículos de la Revista Mexicana de Historia de la Educación. Estos trabajos relatan algunas experiencias que devienen del siglo XIX y prevalecen en el presente, describiendo la forma en que las mujeres han sido incluidas lentamente en la educación formal a través de la historia y en contextos específicos de tiempo y geográficos.

María Mexía y Ricardo Pérez (2017), hacen un análisis del contexto sonorense, que va de 1835 a 1912, periodo en el cual se expiden numerosas leyes que delinean la forma en que se impartiría la educación en los estados, la remuneración a los docentes y la edad en que podrían asistir a la escuela tanto mujeres como hombres, estableciendo que antes de estas leyes, los hombres podían y debían asistir a la escuela entre los seis y hasta los catorce años, con el propósito de prepararlos para la vida fuera de la casa, es decir, laboral. Las leyes educativas mantenían la tendencia de que las mujeres no necesitaban asistir a la escuela, aunque con los años se instauró como obligación ofrecer educación a niños y niñas, sin embargo, el sesgo seguía presente, pues había pocas escuelas para las niñas, con menos grados por cursar y los contenidos reforzaban la división sexual del trabajo. Aunque los gobiernos fortalecieron la escuela pública, la vida de las mujeres en la escuela era vacilante, débil, con personal mal preparado y muy malas condiciones materiales.

María del Rosario Magallanes (2013), refiere que en la segunda mitad del siglo XIX el hecho que tuvo más fuerza sobre la educación pública fue la aparición de movimientos laicos que ponían de relieve la desigualdad y la pobreza que vivían grupos marginados. Con ello en mente, el gobierno impulsó varios hospicios y asilos donde los más pobres y los huérfanos podían asistir. Con el tiempo se incluyeron a los mendigos adultos y jóvenes que cometieron delitos leves para que pudieran cambiar sus comportamientos. Se inculcaban las primeras letras y se preparaba para el trabajo, se creía que las mujeres en algún momento podían volver a cumplir con sus roles predestinados: madre y trabajadora.

Magallanes establece que los asilos y hospicios aparecieron en Zacatecas, Puebla, Ciudad de México, San Luis Potosí, Estado de México, entre otros, y que, con el tiempo, se transformaron, ya fuera en Escuelas de Artes y Oficios o en Escuelas Normales, para continuar con el propósito de escuela-taller. Estos establecimientos tenían como objetivos que desapareciera el ocio y la miseria; instruir en concordancia con la industria y el comercio; fortalecer las leyes de asistencia social en las que se incluía a las niñas. Los asilos que se ocupaban de las niñas tenían una forma muy rígida, con horarios y pasos específicos que se debían cumplir con vigilancia de los que dirigían el mismo. A pesar de los movimientos liberales, se ponderaba la moral y el rol que debía cumplir una mujer: ser madre y esposa.

La descripción anterior que ofrece la autora permite afirmar la semejanza de los contenidos de las Escuelas de Artes y Oficios a los mencionados por Mexía y Pérez (2017), pero en forma de talleres: tejido de medias, confección de trajes y sombreros, bordado, elaborar flores; labores a las que le sumaban las clases de música y después, podían optar por trabajar en cualquiera que haya sido la especialización. Parece ser que las leyes aplicadas a estas escuelas para niñas pobres provocaron un aumento o mejoría en los beneficios que ya se tenían, de la misma manera que el tipo de educación que recibían, las ideas que se promovían y la percepción de las mujeres como personas que podían avivar la economía. No obstante, la división sexual del trabajo no cambió, mucho menos los roles preconcebidos.

Por otra parte, Rosario Torres (2014), retoma que entre 1790 y 1843, en Puebla, las primeras letras que se debían enseñar a las niñas fue un proceso muy lento, cubriendo primero los sectores intelectuales y con marcadas diferencias entre hombres y mujeres, como son: la preparación insuficiente que recibían, el reforzamiento de las labores domésticas, el poco presupuesto destinado, los inalcanzables estudios superiores y, al término de cualquier enseñanza, las nulas oportunidades de desempeño para ricas y pobres. En este mismo lugar, los colegios se instauraron en los monasterios y conventos; con el método Lancasteriano se instruía a niños y niñas de entre 7 y 15 años, hubo plantel por cada mil habitantes y se prohibía que las escuelas de niñas estuvieran cerca de las de niños. Torres menciona que la Compañía Lancasteriana no modificó mucho ya que se seguía enseñando el catecismo, mantenían las tradiciones y la religión ayudaba al control y obediencia desde la niñez.

Finalmente, ya para la época actual, María del Carmen Treviño en su ponencia Mujer, educación y trabajo: desarrollo de capacidades laborales y de formación de las mujeres migrantes de habla indígena en la Ciudad de México(2017), confirma que persiste la invisibilización de las mujeres en sus procesos de formación y acción, pues el desarrollo de sus capacidades se vincula siempre con las relaciones de poder y género que se entretejen en los diferentes procesos en los que participan. La autora sostiene que las relaciones asimétricas de poder hombres-mujeres, se traducen en una posición subordinada de ellas en la toma de decisiones y en la sociedad en general. Esta situación determina las relaciones de las personas con la sociedad y con los recursos; define el acceso a los conocimientos, al mercado de trabajo, a la propiedad, a los recursos naturales, económicos, etc. El análisis de Treviño (2017) reafirma la discriminación basada en el sexo descrita por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pues las mujeres en condición de migrantes y de habla indígena, no ostentan poder alguno, son invisibles, no solo sus contribuciones, sino ellas como personas, afectando el modo en que son vistas y tratadas en la esfera pública, son vulneradas y limitadas en educación y remuneración.

Como se aprecia, los trabajos recientes sobre el tema no sobresalen por su cantidad, pues los estudios sobre la historia de la educación de mujeres, van ganando interés poco a poco, sobre todo están siendo rescatados por mujeres investigadoras, quienes ponen voz a las historias, en la comprensión de la necesidad de visibilizar este proceso que ha sido parte de la conformación actual de la realidad de la educación y de las mujeres. Por lo tanto, este artículo, basado en la historia de vida de cinco mujeres alrededor de 1930-1970, pretende ser un aporte que sume al contexto de la historia que apenas estamos conociendo.

Metodología

Con el propósito de conocer la perspectiva humana y social de cada mujer en determinado lugar, se recopilaron historias de vida mediante entrevistas semiestructuradas ( Taylor y Bogdan, 2015) a 5 mujeres de diferentes estados del sur del país, históricamente caracterizados por el rezago educativo y la marginación social. [1] La selección consistió en un muestreo no probabilístico ( Pimienta, 2000), cuyos sujetos tipo se caracterizaron por ser mujeres, que hubieran recibido educación formal en alguna institución educativa durante al menos un año en un periodo temporal comprendido de 1930 a 1970. Si bien esta selección fue personal y, por tanto, sin capacidad de generalizar los resultados, los relatos de cada una de las mujeres de Oaxaca, Guanajuato y Guerrero permiten contextualizar su situación de vida en sus respectivas localidades. Sus datos generales son [2]:

  1. a) Francisca Lorenzo, 77 años. Ama de casa, quien nació en Chilpancingo, Guerrero, el 4 de octubre de 1941.

    b) Socorro Rivera, 95 años. Ama de casa, nació en Gaytán, Acámbaro, Guanajuato, el 25 de septiembre de 1923.

    c) María Magdalena Nieto, 82 años. Enfermera, retirada; nació en Magdalena de Araceo, Valle de Santiago, Guanajuato, el 18 de agosto de 1936.

    d) Rosa Castro, 71 años. Maestra de primaria, jubilada; nació en el Distrito de Zimatlán de Álvarez, Oaxaca, el 23 de septiembre de 1947.

    e) Celia Castro, 86 años. Ama de casa; nació en Zimatlán de Álvarez, Oaxaca, el 22 de junio de 1932.

Todas las entrevistas fueron grabadas en formato de audio bajo el consentimiento de las participantes, lo que permitió profundizar en su análisis y obtener temas en común. Las categorías emanadas de cada testimonio fueron contrastadas, y esta triangulación permitió la conformación de los hallazgos descritos a continuación ( Taylor y Bogdan, 2015).

Resultados

La relación mujeres-educación

El primer punto abordado es la relación marginación-educación. La marginación es un fenómeno multidimensional y estructural, que se asocia a la carencia de oportunidades sociales y a la ausencia de capacidades para adquirirlas o generarlas, pero también a privaciones e inaccesibilidad a bienes y servicios fundamentales para el bienestar. En consecuencia, las comunidades marginadas enfrentan escenarios de elevada vulnerabilidad social cuya mitigación escapa del control personal o familiar (CONAPO, 2011 y 2012), pues esas situaciones no son resultado de elecciones individuales, sino de un modelo productivo que no brinda a todas las mismas oportunidades.

Según el índice absoluto de marginación que documenta el Consejo Nacional de Población ( CONAPO, 2010), hay cuatro dimensiones socioeconómicas que describen a una comunidad marginada, estas son: educación, que comprende el índice de analfabetismo y el número de la población sin primaria completa; vivienda, siendo domicilios particulares que carecen de agua entubada, drenaje y/o servicio sanitario exclusivo, energía eléctrica; que además tienen piso de tierra y algún nivel de hacinamiento. Ingresos monetarios, que comprende a la población ocupada que percibe hasta dos salarios mínimos. Finalmente, la distribución de la población, siendo localidades con menos de cinco mil habitantes.

Así pues, para abordar el tema, nos parece oportuno señalar las entidades de la República Mexicana consideradas como marginadas, según el registro del Consejo Nacional de Población ( 2010). Los tres estados con el nivel de marginación muy alta son: Guerrero, Oaxaca y Chiapas. En contraparte, las entidades de Baja California Norte, Coahuila, Nuevo León y el Distrito Federal, son las que poseen un grado de marginación muy bajo. El resto de los estados se encontrarían clasificados en el nivel de marginación media. De acuerdo con los censos V, VI, VII, VIII, y IX, realizados de 1930 a 1970 al final de cada década, la población rural [3]de las tres entidades aquí citadas superaba el 50% de la población total. En lo concerniente a los estados de Guanajuato y Guerrero, sus porcentajes más altos se registraron en 1930, cuando alcanzaron un 65.92% y 84.83% respectivamente, cifras alarmantes si se comparan con la del Distrito Federal que apenas conformaba un 7.68% (I NEGI, 2019). En lo concerniente a Oaxaca durante la década de 1950, su población rural abarcaba un 79.31%, superando en este periodo a Guerrero. Los índices reportados en Guanajuato se mantuvieron inferiores a las otras dos entidades durante este periodo temporal ( INEGI, 2019).

La muestra de este trabajo quedó ubicada en dos de los estados con más alta marginación en el país ?de acuerdo con datos actuales? Oaxaca y Guerrero, y en Guanajuato, entidad de marginación media, aunque vale precisar que solo una de las dos mujeres que identificamos como guanajuatenses, vive en Guanajuato, pues la otra emigró a Oaxaca desde muy joven. Los relatos de todas ellas nos trasladan a las condiciones en las que han vivido, contextos que ni ellas -como mujeres- han atestiguado transformaciones positivas.

Hablar de educación en zonas marginadas significa también hablar de carencias económicas y esfuerzos. ?Diversas investigaciones en el campo de la educación han señalado la poca efectividad de la escuela entre los sectores vulnerables, marginados o minoritarios? ( Chávez, 2013, p. 223), y es que además de señalar las carencias que sufren tanto los profesores como los alumnos a causa de las malas instalaciones ?si es que cuentan con una como tal?, muchos infantes no acuden o lo hacen poco, porque es más importante contribuir con la economía del hogar que asistir a la escuela. Basta mencionar que la Secretaría de Educación Pública (2017) indicó que:

En México, más 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela, mientras que 600 mil más están en riesgo de dejarla por diversos factores como la falta de recursos, la lejanía de las escuelas y la violencia (citado en UNICEF, 2019, s/p).

Si bien los datos actuales arrojan este resultado cuando se habla de un incremento importante en la educación en el país en las últimas décadas, podemos darnos una ligera idea de lo que sucedía en el siglo pasado, a través de los fragmentos de las historias de vida de las mujeres de la muestra. En el lapso contemplado para el estudio se dieron importantes reformas en el sistema educativo: desde la llamada Educación Socialista, pasando por la Unidad Nacional, hasta arribar al Plan de Once Años. Brevemente, se puede sostener que uno de los propósitos de cada iniciativa, guardando su caracterología e ideología propias, era unificar los planes de estudio y extender la matrícula; ideal no satisfecho para la población en general ni para las mujeres en particular. Ello da fe a las cifras históricas censales, así como a los testimoniales de las entrevistadas.

Se comienza con el primer testimonio correspondiente a Francisca, quien vivía en una pequeña ranchería cercana a Chilpancingo. Ella es la menor y única mujer de los cinco hermanos. Comenta que asistía a la escuela solamente una o dos veces a la semana, ya que además de que debían trasladarse a Chilpancingo, donde se encontraba la única escuela de la zona, tenía que ir con su abuela a pizcar[4] al campo para conseguir lo necesario a fin de completar el alimento del día. Trabajaba también con una tía haciendo atole para vender. Menciona que se levantaba a la una de la mañana a quebrar el maíz con el metate para que, a las cuatro comenzara a preparar el atole. Francisca abandonó los estudios a los pocos meses de haber comenzado el primer año, lo mismo sucedió con sus hermanos, de los cuales, quien estudió más, cursó hasta segundo grado. Narra cómo las oportunidades de trabajo eran escasas y muy mal pagadas, por lo cual, a la edad de 12 años la contrataron para trabajar cortando caña en San Miguel Aloapam, Oaxaca, siendo este el motivo de su migración. Al concluir su trabajo decidió no volver a su tierra por cuestiones económicas y por consejo de su madrina, quien le buscó un lugar para que se quedara a vivir en San Miguel.

Por su parte, la segunda informante, de nombre Socorro, describe a Gaytán ?comunidad perteneciente al municipio de Acámbaro, Guanajuato?, como un lugar muy pobre y seco, donde la gente se dedicaba a cortar madera de los encinos, para luego producir carbón y salir a venderlo. Su alimentación se basaba en maíz principalmente, chile y frijol ?si había-, y si no, solo consumían tortillas y atole de maíz. Comenta que, en su rancho, que carecía de servicios básicos ?destacando de ellos la luz eléctrica?, no había escuela de ningún tipo. Ella, como otros niños y niñas, debían apoyar a sus familias trabajando para sostenerse y que muchas personas, cuando escaseaba el empleo y la comida se echaban a buscar la vida, es decir, se casaban o emigraban esperando mejor suerte. Socorro comenzó su educación formal a los once años, cuando se improvisó una escuela en Gaytán, el rancho donde vivía, y sus padres le dieron oportunidad de asistir a ella y a su hermana menor. Eran muy pocos niños los que conformaban la escuela, pues por lo regular comenzaban a trabajar desde muy pequeños y eso les impedía poder asistir regularmente.

María Magdalena es la tercera entrevistada, quien nació en Magdalena de Araceo, municipio de Valle de Santiago, ubicado también en Guanajuato. Su padre era carpintero y su madre atendía las labores de la casa. Comenta que se mudaron a Guanajuato capital porque allá había más escuelas para que ella y sus hermanos estudiaran, y más trabajo para su padre; además de que tenían una casa grande y una huerta, como ella la describe. Los ingresos que su padre obtenía eran suficientes para mantener a su esposa y doce hijos. Actualmente, es consciente de que en su pueblo natal había únicamente una escuela primaria, con una maestra, y que ella y sus hermanos recibieron educación formal gracias a que emigraron de Magdalena de Araceo. Se pregunta y lamenta por la suerte que pudieron haber corrido los demás niños y niñas de su edad, sin tener más escuelas a donde estudiar.

Finalmente, las hermanas Celia y Rosa crecieron en un Distrito relativamente cerca y bien comunicado de la ciudad de Oaxaca, donde había una primaria y una secundaria particular. Su madre se dedicaba a los quehaceres domésticos y su padre era campesino, su economía era estable; conformaban una familia pequeña junto a sus dos hijas y un varón. Ellas, al igual que su hermano, recibieron educación básica en el pueblo, Zimatlán de Álvarez. Celia, la mayor de los tres, decidió dejar de estudiar y su hermano, que quería estudiar artes, se mudó a la capital del país, pero a trabajar y no a estudiar, con una actitud decepcionada de que en Oaxaca no hubiera una escuela que llenara sus expectativas. Rosa, la menor, fue la única en continuar preparándose y se convirtió después en maestra en la primaria de su población.

Haciendo mención de los obstáculos en la educación de las mujeres no podemos dejar fuera la ideología, que se define como:

[?] un sistema de ideas, de representaciones que domina el espíritu de un hombre o de un grupo social [?] La ideología como concepto del mundo en cualquier sociedad no es simplemente una serie de ideas abstractas más o menos coherentes, sino que tiene una representación concreta en los actos y gestos de los individuos y en las instituciones de la formación social [?] El ser humano no está consciente de la influencia ideológica dado que la estructura misma de la ideología hace que el individuo asimile la ideología sin darse cuenta de ello ( Althusser, 1970, p. 22).

Obviamente, la forma de pensar, que a su vez es parte de la cultura de un pueblo, tuvo y tiene un gran peso en la educación escolarizada y hace a la escuela un aparato reproductor de ideología; por ello, al hablar de la cultura en México, encontramos que hemos sido etiquetados internacionalmente como una sociedad machista, pues ?las pocas referencias bibliográficas halladas sobre este tema se refieren a la cultura mexicana, debido a su mayor accesibilidad y probablemente por su mayor énfasis en el machismo dentro de los grupos hispánicos, según se cree? ( Giraldo, 1972, p. 295). El autor define al machismo como el ?énfasis o exageración de las características masculinas y la creencia de superioridad del hombre? ( Giraldo, 1972, p. 307); señala además que es una ?característica hispana y particularmente mexicana? ( Giraldo, 1972, p. 307).

Así pues, aunque Rosa y Celia tuvieron la oportunidad de estudiar, constantemente les era repetido que las mujeres sólo iban a la escuela para ? aprender a escribirles cartas a los novios, a brincar con los chamacos e incluso que ellas no tenían por qué ir a la escuela, si total, luego se casaban. Pero que los hombres sí debían prepararse para mantener a la familia?. Se afirmaba, se creía y se reproducía la idea de que el rol de un hombre es justo el de proveer y proteger a la familia, por eso se decía que eran ellos los que debían prepararse, ya que las mujeres todo lo que debían aprender estaba en la casa, negando con ello toda importancia a la labor que realizan. Es sumamente relevante mencionar que ?la mayoría de los papeles asignados a la mujer hispana están concebidos de modo que contrasten con la superioridad del varón? ( Giraldo, 1972, p. 305), y que ?la relación del hombre con la familia y la mujer es la de dueño y protector, acompañado de una superioridad no-sentimental y alejada? ( Giraldo, 1972, p. 297).

Se recupera que, en el caso de María Magdalena, estudió enfermería y ejerció unos años en algunos hospitales en el municipio de Guanajuato. Se casó a la edad de 21 años y siguió trabajando; pero, al convertirse en madre, tuvo que dejar el trabajo para dedicarse al hogar, pues no había quien se ocupara de ellos. Por su parte, Socorro, Francisca y Celia, también en atención al hogar, comentan al respecto que sus esposos únicamente llevaban dinero, que no contribuían en nada más, que quienes se encargaban de la educación de los hijos eran ellas. Rosa, quien no se casó [5] y fue madre soltera, también hace la misma observación respecto a su padre. Con ello se puede concluir, sin duda alguna, que ?el más importante apoyo y contribuyente del machismo es el papel de la mujer en la cultura hispana? [6] ( Giraldo, 1972, p. 305). Francisca dice que así tenía que ser porque ? la que se casa es la mujer?, señalando incluso los malos ratos que le hacía pasar su esposo a causa de sus constantes infidelidades, con todo el cúmulo de sensaciones que esto le causaba a ella.

Si echamos una mirada a la instrucción de niños y niñas en el pasado, encontramos que también se regía por la asignación cultural de los roles masculinos y femeninos, que marcan una división sexista del trabajo, como se menciona a continuación:

En 1806, al establecerse la Escuela Patriótica, que brindaría a los niños una instrucción para el trabajo en los talleres de sastrería, carpintería, herrería, sombrerería y tejidos, de manera simultánea, a los niños se les enseñaría a leer, escribir y contar; los jóvenes que mostraran interés y habilidad matemática aprenderían principios de Geometría; a las niñas se les enseñaría a leer, coser y bordar ( Magallanes, 2013, p. 268)

Aunque este dato es de poco más de un siglo anterior a la época en la que nuestras entrevistadas asistieran a recibir educación formal, en sus testimonios aún hay huellas de esta distinción. María Magdalena comenta que, dentro de su horario de clase, tenían designada una hora para bordar, las niñas lo hacían con aguja y los niños con gancho. Celia recuerda que a las niñas que asistían a la primaria en su comunidad les enseñaban diversos trabajos manuales, entre ellos a tejer, incluso les enseñaban a trapear los pisos. Al igual que su hermana, Rosa también bordaba en clases, describe su educación como sangrienta, pues su maestra les picaba las manos con las agujas si no hacían bien el bordado. Por las condiciones de su localidad, a Socorro le enseñaban a leer y escribir; recuerda que sus maestros ? enseñaban muy bonito?, y no ? como las calabazas que hay ahora? [7]. Debido a su poca asistencia a la escuela y las condiciones físicas en las que se presentaba como la falta de sueño y malnutrición, Francisca no tiene recuerdo alguno de lo que enseñaban, pues cuando iba no sabía de lo que hablaba el maestro, además de señalar que ella tampoco tenía mucho interés, que -por otro lado- el mismo contexto familiar y social más próximo no le estimulaba en lo más mínimo.

Vida profesional

De acuerdo con Moreno (2004), ?las diferencias culturales que se elaboran alrededor de hombres y mujeres establecen un conjunto de normas y prescripciones conformando los roles masculinos y femeninos? (p. 111), ocasionando que haya estereotipos en los empleos y carreras que cada persona elige, confirmando con esto el rol de género culturalmente asignado. Wirth (1998) menciona:

[?] de ahí que cuando las mujeres ejercen una profesión fuera del hogar, su empleo sea muchas veces una prolongación de esa clase de actividades en esferas como el trabajo social, la enseñanza, la sanidad, la hostelería, los servicios y las funciones administrativas auxiliares (citado en Moreno, 2004, p. 116).

María Magdalena comenta que estudió tres años la carrera de comercio, sin embargo, a ella le gustaba más la enfermería. Dejó de asistir a sus clases para jugar baloncesto y, al reprobar, decidió cambiarse de carrera, en contra de los deseos de su padre, quien, molesto, decidió dejar de apoyarla; empero, inició sus estudios de enfermería y comenzó a trabajar en hospitales desde que estaba en tercer año de la carrera. Con su sueldo y la ayuda de su madre, pudo concluir sus estudios y realizar su servicio social. Trabajó unos años más hasta que sus deberes de madre y ama de casa le impidieron continuar laborando. Rosa, por su parte, estudió en la Escuela Normal y fue maestra de primero y segundo grado de primaria, en Zimatlán de Álvarez, el mismo plantel en donde, de niña, recibiera educación formal. Se jubiló en esa misma institución. Se arrepiente de no haber hecho una especialidad, pues le hubiera gustado obtener un mayor ingreso económico. Sin embargo:

Hablar de la educación de mujeres en esta época es hablar de la formación de maestras y secretarias, primordialmente, ya que su capacidad estaba socialmente destinada a ciertos espacios, según la concepción hegemónica de ese tiempo. Es hablar de la poca o casi nula participación que tenían en el ámbito social y político; es hablar de las mujeres recatadas y sumisas; de que sólo podían ir a una escuela las hijas de familias económicamente favorecidas? y, por tanto, de que los espacios destinados a las mujeres eran acordes a su ser: obedientes, débiles, dependientes, compasivas, tiernas y cariñosas ( Cervera-Delgado, Martí-Reyes y Alejo-López, 2009, p. 4).

Por estas y otras razones, la educación para algunas mujeres de aquella época y contextos no solamente era difícil, si no inalcanzable, pues tristemente sus situaciones de índole personal y familiar, aunadas a la ideología presente en la época, las convencía de que, en efecto, el lugar y las funciones más apropiados para ellas era el hogar y el trabajo doméstico, respectivamente; renunciando aun a la idea de posicionarse en circunstancias diferentes y mejores.

Vida familiar

A pesar de que era señalado que ?a partir de 1870 había una ideología más optimista que confiaba en el progreso a través de la educación? ( Carner, 1987, p. 100), durante y después del porfiriato, ?la mujer mexicana luchaba por lograr un lugar privilegiado en la sociedad, pero la mayoría se mantuvo apegada a su único espacio y rol: el hogar y la reproducción? ( Rojas y Sotelo, 2003, s/p). Tal es el caso de Celia, quien a pesar de que sus padres le brindaban las oportunidades y le aconsejaban que ? por lo menos fuera secretaria?, se casó a los 20 años, por decisión propia. Y aunque tuvo una buena vida con su esposo, pues salían a divertirse, mencionando que acostumbraban a ir al circo y al cine, pero también sufrieron económicamente, pues el esposo solía gastar de más en alcohol. Tuvo siete hijos: una mujer y seis varones. Actualmente vive en su casa, que comparte con dos de sus hijos. Está dedicada por completo a la atención del hogar.

Francisca decidió casarse a los 20 años, pues vivía sola en el estado de Oaxaca y dice que así ?se miraba triste?. Luego de casada, seguía moliendo maíz y vendiendo atole y tortillas; su esposo limpiaba camiones madereros y sembraba chile y cacahuate. Tuvieron ocho hijos: cinco mujeres y tres varones, de los cuales viven siete, pues una niña falleció ? de maldad?, conocido también como ? mal de aire?, a los pocos días de nacida, a causa de una vecina ?dice- que era muy mala con su familia. Su vida de casada fue bonita hasta que su esposo se volvió alcohólico y mujeriego. Sus hijos, al igual que ella, asistieron muy poco a la escuela: la que estudió más logró terminar el 4° año de primaria, pues eran muchos y no les alcanzaba el dinero, pero a Francisca le alegra que ? por lo menos aprendieran a escribir su nombre?. Durante su adultez, Francisca fue víctima de abuso sexual, la lejanía y lo solitario de su domicilio la hicieron presa fácil; nunca denunció por miedo a represalias, pero fue un evento que marcó su vida. Su esposo falleció hace algunos años, ella vivió con uno de sus hijos varones, a quien ayudó en su negocio de venta de comida los fines de semana, hasta sus últimos días. Francisca falleció como consecuencia de la depresión y una caída que le provocó una fractura en una pierna, en enero de 2018; según informaron sus familiares a las autoras.

Socorro por su parte, contrajo matrimonio a los 17 años [8]. Declara que, además de que eran muy pobres, su madre era bastante agresiva y la golpeaba. Junto con su esposo abandonó Gaytán en busca de trabajo; estuvieron en Michoacán, Veracruz, Puebla, y, finalmente, se instalaron en Oaxaca, donde residía hasta la fecha de la entrevista. Cuenta con una pequeña tienda de abarrotes, que atiende desde hace 44 años. Describe su vida de casada también como pobre, y a su esposo como un hombre de carácter fuerte, mas no violento. Tuvieron doce hijos, siete varones y cinco mujeres, de los cuales sólo la menor cursó una carrera técnica en enfermería. Actualmente le sobreviven siete hijos: cuatro hombres y tres mujeres.

Así mismo, María Magdalena se fugó con su novio a los 21 años, porque " estaba enamorada? y, a pesar de que dejó de trabajar como enfermera, comenta que ? le fue de maravilla?, pues su esposo le apoyaba en todo. Procrearon cinco hijos: sólo una mujer, quien, además, es la mayor. Hasta el momento de la entrevista, vivía en la ciudad de Guanajuato, donde tiene una tienda de bisutería.

En cambio, Rosa, cuando joven, no pudo casarse porque, como era la menor de sus hermanos, ? le tocaba? cuidar a su mamá. A los 28 años se convirtió en madre soltera de una niña. Se casó apenas unos días antes de la entrevista ?agosto de 2014?. Se dedica a labores del hogar, a atender a su esposo y a cuidar a su nieto, comenta que se siente realizada en todos los aspectos.

Así pues, con los testimonios de estas mujeres, especialmente el de María Magdalena, podemos corroborar que en la sociedad, particularmente en las localidades marginadas citadas, en el periodo en análisis, según Carnoy (1999) ?mujeres y hombres dividen sus obligaciones laborales y familiares conforme al reparto tradicional de funciones entre sexos, conservando la lealtad masculina a la empresa y la femenina al hogar? (citado en Moreno, 2004, p. 112), entonces ?la dedicación desigual al espacio doméstico va a provocar que no se comparta de manera igualitaria el ámbito público, que las mujeres deban renunciar a su vida familiar en valor del desarrollo profesional? (Carnoy, 1999, citado en Moreno, 2004, p. 112) o viceversa.

Perspectivas de vida y en torno a la educación

Francisca estaba convencida de que no tenía sentido pensar en cambiar algo de su vida, pues se consideraba bastante mayor y se sentía resignada; sin embargo, menciona que de ser más joven trabajaría y lucharía más para tener una mejor calidad de vida. Le habría gustado que sus hijos vivieran su vida para que entendieran cómo fue la suya y no la juzgaran. Agradecía profundamente a Dios la salud de su familia y también se sentía satisfecha por los programas de gobierno que le apoyan económicamente, pues su ingreso era mínimo.

En este sentido, y a pesar de que a Socorro no le gustaría que alguna de sus hijas viviera su vida, puesto que ella trabajó en exceso y sufrió de mucha pobreza, se siente muy agradecida por seguir viva y trabajando, ? aunque con poca salud?, pero disfruta la oportunidad de ver a sus hijos, nietos y bisnietos; le reconforta saber que tienen mejores oportunidades a las que tuvo ella. No le gustaría cambiar nada de lo que pasó, se siente feliz con su vida actual.

María Magdalena por su parte, dice que su vida fue como tenía que ser. Tampoco le habría gustado que su hija viviera lo mismo que ella, recalcando el conflicto que tuvo con su padre al decidir cambiar de carrera. Se siente feliz y realizada, pues ve que sus hijos viven bien y está contenta así.

Celia durante la conversación, se dice satisfecha con su vida y está orgullosa de que sus hijos tengan buenos empleos. Pero de uno de los aspectos que se arrepiente es de haber abandonado los estudios por miedo a ir a la ciudad.

Finalmente, se menciona que hora que Rosa está casada, se valora como feliz y realizada con su vida en todos los aspectos, se dedica al hogar y a su esposo. Habría hecho una especialidad para estar mejor preparada y obtener un mayor ingreso económico. Agradece que su hija haya tenido una vida diferente y una mejor preparación, definitivamente no le hubiera gustado que pasara por lo que ella pasó. Tiene ganas de viajar con su esposo y pasar tiempo con su nieto.

Conclusiones

Las historias de vida de estas cinco mujeres hicieron posible ver que, en palabras de Verea y Hierro (1998) ?la mujer mexicana ha tenido un camino lleno de dificultades llevando a cuestas una anticuada política pre moderna caracterizada por la sumisión absoluta y acrítica; con logros intermitentes y parciales en su participación en la sociedad? (citado por Rojas y Sotelo, 2003, pp. 28-29), y si bien la marginación, la economía y la ideología fueron y siguen siendo obstáculos, cabe también mencionar que hoy día las oportunidades y el acceso a la educación, por lo menos la primaria, es una realidad en el país; que la economía ha enmendado ligeramente el rumbo, y así las zonas marginadas también mejoran sus condiciones. Según los datos del panorama de la educación presentados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ?México tiene las tasas de matrícula más bajas entre los jóvenes de 15 a 19 años de edad (56%) entre los países miembros; a pesar de tener la mayor población de este grupo etario en la historia del país? ( OCDE, 2013, p. 7). Obviamente, las cifras de las zonas marginadas mantienen su proporción.

En cuanto al machismo, es bien sabido que ?es una característica común en todas las clases sociales y culturales, aunque sus manifestaciones cambien en algunas características de un grupo a otro, es importante anotar que, a medida que mejora la educación, estas características desaparecen o se modifican? ( Giraldo, 1972, p. 296). De allí que apostemos a la vía de la educación para abatir esta fuerte raíz machista que sigue relegando a las mujeres.

Rosa, Socorro y Francisca recalcan la falta de valores y educación en los jóvenes de hoy, haciendo mención de que ahora que ambos padres trabajan, se descuida mucho el hogar y los hijos. En efecto, el hecho de recibir educación formal no significa que seamos educados, porque efectivamente, la pérdida de valores, entre ellos el respeto y la tolerancia, son bastante notables no sólo en la sociedad mexicana, sino a nivel mundial. Francisca decía que era una pena encontrarse a los muchachos con el uniforme de la escuela en la calle y que ni siquiera le dieran los buenos días. Por su parte, Socorro ensalza el hecho de que la gente de su rancho era pobre, pero eso sí, ? muy educados?, pues a pesar de que fueron ? rancheritos y pobres? eran ? muy corregidos?.

Las cinco entrevistadas califican como muy positivo el hecho de que las mujeres tengan mejores y más oportunidades de acceder a la educación formal y que puedan decidir qué carrera estudiar, además de apoyar en la economía del hogar, pues ?hasta hace poco ni siquiera se aceptaba su trabajo fuera de él, salvo en caso de necesidad? ( Moreno, 2004, p. 112), aunque cabe recalcar que actualmente es necesario el ingreso económico de ambos padres en la familia, pues, como bien señala Francisca: la vida de antes era más ? cómoda?, porque les alcanzaba más el dinero y ahora todo es más caro.

Cada una de las mujeres que participaron para confeccionar este texto es diferente y única, cada una de ellas tuvo que enfrentar una situación distinta; y aunque, efectivamente, asistir a la primaria, secundaria, preparatoria y universidad es muy importante para cada individuo, también lo es el ser educado. Como bien dijo Maura, ?educar es adiestrar al hombre para hacer un buen uso de su vida, para vivir bien; lo cual quiere decir que es adiestrarse para su propia felicidad? ( Ministerio de Educación del Ecuador, 2019). Leyendo sus testimonios, se nota claramente que estas mujeres son felices, cualquiera se atrevería entonces a decir que ?educa más la necesidad que la universidad.? [9] Elder y Johnson (1998), Wirth (1998) y Carnoy (1999) coinciden en que:

[?] numerosos estudios y trabajos ponen de manifiesto las barreras educativas, institucionales y culturales con las que tropiezan las mujeres que hacen que la mayoría deba conciliar su aspiración de ejercer un trabajo económicamente reconocido con el cuidado de la familia y las tareas domésticas (citado en Moreno, 2004, p. 112).

Pues, tristemente, ante la sociedad ?las actividades realizadas por las mujeres reciben menos valoración [?] produciéndose en ello una profunda herida en la igualdad entre hombres y mujeres? [10] ( Moreno, 2004, p. 112).

Por otra parte, los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía ( INEGI, 2010) muestran que el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es de 8.6 años, que equivalen a poco más del segundo grado de secundaria. En la distribución por sexo corresponde 8.7 para los varones y 8.3 para las mujeres, lo que revela que aún persiste el grado de desigualdad por géneros. El grado promedio de escolaridad de los hombres es aún un poco más alto que el de las mujeres, sin embargo, en términos generales, se puede afirmar que efectivamente hay un aumento en el nivel de educación.

Es interesante, pero sobre todo importante, conocer la historia humana de las mujeres en nuestro país, conocer y tener conciencia de las dificultades por las que muchas han tenido que pasar a través de los años, pues si bien la historia nunca cesa de escribirse, nos corresponde a nosotras continuar con estos cambios que marquen la diferencia y sobre todo tener claro que ?para liberarse, la mujer debe sentirse libre, no para rivalizar con los hombres, sino libres en sus capacidades y personalidad? ( Indira Gandhi, s/f).

Referencias

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Notas

[1] Agradecemos la colaboración y el excelente trabajo de Andrea Rivera Ríos y Virginia Rivera Olvera, en la realización de algunas de las entrevistas y -por supuesto- a Francisca Lorenzo, Socorro Rivera, María Magdalena Nieto y las hermanas Rosa y Celia Castro, por obsequiarnos sus testimonios de vida y permitirnos referenciarlas en estas páginas.
[2] Los datos aquí compartidos son los que se acordó revelar con las participantes. Por cuestiones éticas, el resto de su información es confidencial.
[3] Las estadísticas de aquellos años no contemplaban índices de pobreza, por lo que para este estudio se consideraron los porcentajes de población en condiciones urbanas y rurales. Todos los censos citados se encuentran disponibles cronológicamente en INEGI (2019).
[4] El término pizcar se relaciona con las labores del campo, recolección o cosecha, sobre todo de granos, como los del café, el maíz o el algodón ( RAE, 2019).
[5] En su pueblo natal se tenía la creencia de que las hijas menores debían permanecer solteras, para poder cuidar a sus padres cuando estos envejecieran.
[6] Por supuesto, esta tesis no se sostiene desde una perspectiva de género, puesto que significa culpar y hacer recaer la responsabilidad de la educación de hijas/os sólo en la mujer. Es una postura más del patriarcado que las mujeres aceptaban y asimilaban.
[7] Es importante hacer notar que Socorro vive en Oaxaca desde hace aproximadamente 57 años, y que el conflicto y constantes suspensiones de labores de los docentes de la Sección XXII hacen que ella se exprese de esa manera.
[8] El dato llama la atención para la época actual, pero el promedio de edad para que las mujeres contrajeran matrimonio en aquella época estaba alrededor de los 13-14 años.
[9] Dicho común del que se desconoce el autor.
[10] Las mujeres generalmente desempeñan tareas de baja categoría profesional y mal pagadas, mientras que los hombres tienen trabajos a tiempo completo y además reciben mejores prestaciones que ellas por antigüedad y otros conceptos similares.

Notas de autor

* Profesora de Tiempo Completo Titular A de la Universidad de Guanajuato (México). Es doctora en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Entre sus publicaciones recientes se encuentran Huellas académicas. El Departamento de Educación a medio siglo: trayectoria y desafíos (2019 y Educación, historia, cultura. Re-visiones desde la multidisciplina (2019). Cuenta con los reconocimientos al Perfil PRODEP y del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1. Sus temas de interés son Historia de la educación de mujeres y Formación y currículum.
** Doctoranda en Investigación Educativa en la Universidad Veracruzana (México). Es maestra en Ciencias Educativas por la Universidad Regional del Sureste. Su tesis de maestría se tituló ?Mujeres Indígenas Universitarias de Oaxaca. Proyectos de vida y su relación con la educación superior?. Actualmente estudia temas relacionados a la educación superior intercultural y jóvenes indígenas en la educación superior en el estado de Oaxaca.


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