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Vínculo entre la universidad y los medios de comunicación en el tratamiento de la problemática racial en Cuba
Jorge Godofredo Silverio Tejera; Gonzalo Carlos Gómez González
Jorge Godofredo Silverio Tejera; Gonzalo Carlos Gómez González
Vínculo entre la universidad y los medios de comunicación en el tratamiento de la problemática racial en Cuba
The link between the University and the media in the treatment of racial problems in Cuba
Lien entre l'Université et les médias dans le traitement des problèmes raciaux à Cuba
Debates por la Historia, vol. 7, núm. 1, pp. 13-33, 2019
Universidad Autónoma de Chihuahua
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Resumen: La problemática racial es uno de los temas más actuales y debatidos dentro de los círculos intelectuales y científicos del país. Mientras muchos afirman que en Cuba persiste el racismo, otros plantean lo contrario y lo consideran ya erradicado. La universidad cubana juega un papel fundamental en el esclarecimiento del tema y en la búsqueda de soluciones permanentes para la erradicación de las manifestaciones discriminatorias, aún sobrevivientes en la sociedad. Igual papel corresponde a los medios de comunicación, los cuales tienen la posibilidad de influir positivamente en la sociedad y servir de vehículo a las ideas más progresistas sobre el tema. Este trabajo trata sobre el vínculo entre universidad y medios de comunicación en la solución de esta problemática y las posibilidades que brinda para perfeccionar la sociedad cubana.

Palabras clave:Problemática racialProblemática racial,racismoracismo,medios de comunicaciónmedios de comunicación,sociedad cubanasociedad cubana.

Abstract: The racial problem is one of the most current and debated topics among the scientific and intellectual circles of Cuba. Many contend that racism is a persistent issue in Cuba while others consider it an eradicated problem. The University of Cuba plays a fundamental role in clarifying this problem and in seeking for permanent solutions to eradicate all discriminatory practices still present in society. A similar role corresponds to the media that has the capacity to spread out progressive ideas on this topic and influence society in a positive way. The present work deals with the link between the University and the Media in solving this problem and the possibilities that this link has for improving Cuban society.

Keywords: racial problems, racism, media, Cuban society.

Résumé: Le problème racial est l?un des sujets les plus actuels et les plus débattus dans les milieux intellectuels et scientifiques du pays. Si beaucoup affirment que le racisme persiste à Cuba, d?autres affirment le contraire et le considèrent déjà comme éradiqué. L?Université cubaine joue un rôle fondamental dans la clarification de ce problème et dans la recherche de solutions permanentes pour l?élimination des manifestations discriminatoires qui subsistent dans la société. Le même rôle correspond aux médias qui ont la possibilité d'influencer de manière positive la société et de véhiculer les idées les plus progressistes sur le sujet. Ce travail traite du lien entre l'Université et les médias dans la résolution de ce problème et des possibilités offertes par ce lien pour faire progresser la société cubaine.

Mots clés: problème racial, le racisme, moyens de communication, Société cubaine.

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Artículos de investigación

Vínculo entre la universidad y los medios de comunicación en el tratamiento de la problemática racial en Cuba

The link between the University and the media in the treatment of racial problems in Cuba

Lien entre l'Université et les médias dans le traitement des problèmes raciaux à Cuba

Jorge Godofredo Silverio Tejera*
Universidad José Martí de Sancti Spiritus, Cuba
Gonzalo Carlos Gómez González**
Uniss José Martí Pérez, Cuba
Debates por la Historia, vol. 7, núm. 1, pp. 13-33, 2019
Universidad Autónoma de Chihuahua

Recepción: 29 Octubre 2018

Aprobación: 17 Febrero 2019

Publicación: 29 Abril 2019

Introducción

Los debates sobre la problemática racial en Cuba se han incrementado a partir de los años noventa del siglo XX, cuando las dificultades económicas sacaron a la luz muchas actitudes discriminatorias ocultas hasta entonces y las desigualdades sociales florecieron junto a la aparición de nuevas formas de organización económica. El llamado Periodo Especial, durante el cual las condiciones de vida de la población y la economía cubana se vieron sumamente dañados a partir de 1990, golpeó a todos los cubanos pero sobre todo a aquellos situados en posiciones más vulnerables desde el punto de vista social y económico: negros y mulatos.

Fuera de las fronteras de la isla aparecieron múltiples trabajos que abordan el tema racial, aunque lo hacen desde posiciones claramente anticubanas que no permiten un análisis objetivo. Culpan a la Revolución de todos los problemas e ignoran los esfuerzos que se realizan -desde enero de 1959- por eliminar la discriminación y las desigualdades. El silencio de los medios de comunicación y la ausencia de abordaje del tema en el sistema nacional de educación, propiciaron que dichas opiniones tomaran fuerza y no encontraran adecuada respuesta. La propia dirección revolucionaria insistió en la necesidad de debatir sobre el asunto y poco a poco inició este proceso. Los medios de comunicación mostraron una cara diferente sobre la problemática racial; en tanto que el sistema de educación realizó cambios en los programas de estudio para abordar este tema. A pesar de que se han logrado avances importantes, aún quedan muchos retos y a ello invita este trabajo.

Desarrollo

En los años finales del siglo XX y los iniciales del XXI se avivó en Cuba la polémica alrededor de la problemática racial. Numerosos autores dentro y fuera de la isla comenzaron a escribir sobre el tema, que hasta entonces era uno de los menos tratados por los investigadores. Ellos comenzaron a fijar sus posiciones al respecto.

Con diferentes matices, en dependencia casi siempre de su posición ideológica o del lugar de residencia, ya sea en la isla o fuera de ella, la mayoría coincidió en señalar la existencia de racismo dentro de la sociedad cubana. ¿Es eso cierto? ¿Es la sociedad cubana una sociedad racista? El asunto merece un análisis pormenorizado y aun así será difícil llegar a conclusiones definitivas, sobre todo si a la hora de abordarlo no se hace de forma desprejuiciada y lejos de sectarismos.

Don Fernando Ortiz llamó a Cuba ?Ajiaco? teniendo en cuenta que como en el célebre plato de la cocina nacional, la nacionalidad cubana se formó a partir de muchas mezclas, conservando cada una de las partes -eso sí- componentes de su esencia original, a la vez que aportaban al resultado final.

La necesidad de sustituir a una población indígena en plena decadencia -producto de la inhumana explotación, las enfermedades, las matanzas- llevó a que comenzaran a llegar barcos a las costas cubanas, cargados de africanos arrastrados a la fuerza de su tierra natal y cargados de cadenas, para obligarlos a trabajar.

Esos africanos, si bien llegaron casi desnudos, traían con ellos su cultura, dioses y costumbres; muy diferentes a las que encontraron en las nuevas tierras, tan llenas de sol como las suyas propias, pero con animales y plantas diferentes. Aquí fueron tratados como animales e internados en barracones donde perdieron mucho de lo que les pertenecía por derecho propio: la lengua, la nacionalidad, la posición en la sociedad de la que provenían e inclusive la familia, pues para los esclavistas ningún detalle de estos les resultaba necesario de respetar y sin misericordia mezclaron a personas de diferentes etnias y orígenes, mientras separaban a padres, madres e hijos. El lucumí, el congo, el carabalí -que por cierto son denominaciones creadas por los colonizadores- van desapareciendo para dar lugar al ?negro?, objeto de todo tipo de maltratos, tanto físicos como mentales, a quien se le prohíben muchas cosas y se le imponen otras.

Estas personas no fueron vistas como sus iguales por los colonizadores, para quienes eran algo menos que objetos parlantes, subhumanos a los que era lícito maltratar. En la mitad del siglo XIX, cuando el desarrollo de la Revolución Industrial exigió transformaciones en la forma de producir azúcar y la crisis obligó a las élites coloniales a buscar formas más rentables de producción, miles de semi esclavos blancos y asiáticos fueron introducidos entonces para sustituir a los esclavos negros. Ellos no recibieron tampoco mejor trato a pesar del color de su piel.

La sociedad cubana se formó entonces desde la inequidad, desde la diferencia entre sus componentes y esa diferencia evidentemente se siguió arrastrando durante los siguientes siglos, a partir del inicio de la colonización. Al negro le correspondió, en la mayoría de los casos, la peor parte y, aunque muchos blancos y asiáticos tuvieron que compartir esa suerte con ellos, el color de la piel se constituyó en una barrera discriminatoria que limitaba las posibilidades de ascenso social de los de piel más oscura. ¿Cómo solucionar esta situación?

Aunque la solución del problema racial no estaba contenida en el Programa del Moncada, la dirección de la Revolución comprendió desde un inicio la necesidad de trabajar para eliminar todo tipo de discriminaciones, incluidas la del color de piel.

Desde el mismo 1 de enero de 1959, Fidel Castro atacó frontalmente al racismo de la República y prometió acabar con él. El problema era difícil porque no se trataba -como en otros casos- de dictar leyes que resolvieran la situación, sino de lograr que la actitud de las personas cambiara.

En un discurso pronunciado en el Palacio Presidencial el 22 de marzo de 1959 el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó el problema del racismo. Fidel planteó con mucha fuerza que se trataba de una lacra social que debía ser eliminada ( Morales, 2007, p. 86).

Sin embargo, no se tomó esta discriminación como una variable independiente y se pensó que con eliminar las desigualdades propias del capitalismo y construir una sociedad igualitaria se resolvía el problema. Los negros y mestizos, al igual que otros desposeídos, recibieron el beneficio de las políticas sociales niveladoras de la Revolución, pero en la conciencia colectiva los elementos discriminatorios se mantuvieron latentes y el negro seguía siendo visto como alguien ?inferior?.

La Revolución hizo a los cubanos, sin distinción de razas, iguales ante la Ley, para el disfrute de los espacios públicos, para el acceso a la educación y a los servicios de salud, así como dentro del universo laboral. Además de ello, las continuas declaraciones de figuras políticas y sociales en cuanto a la igualdad, así como la realidad de tareas de construcción o defensa de la nueva sociedad, generaron una atmósfera de transformación para las relaciones raciales en el país. Junto con ello, subsistió la más enconada forma de racismo que pueda tener cualquier sociedad: la cultural (de las percepciones, del chiste, del lenguaje, de la representación, del prejuicio, del erotismo, que corresponde a las mentes) Fowler en ( Cuadriello, 2009, p. 7).

En 1962 Fidel planteó que en Cuba no existía discriminación racial, que las medidas tomadas por la Revolución habían resuelto el problema y dejó de hablarse sobre el tema.

En 1962, la Segunda Declaración de La Habana estableció que el asunto había sido resuelto. El tema devenía un tabú. El silencio que vino después de los años sesenta no significa que la preocupación haya desaparecido. Pero a la cuestión racial se le ha visto y tratado como algo con un fuerte componente divisionista que amenaza la existencia de la nación. A causa de ello el tema racial ha resultado ser el más soslayado e ignorado de la realidad social cubana ( Morales, 2007, p. 96).

Muchas personas pensaban que bastaba con la existencia de una voluntad política, por parte del gobierno, para que la discriminación quedara abolida. Por otra parte, hablar de racismo en Cuba se consideraba de mal gusto, hacerle el juego al enemigo y propiciar la división entre las fuerzas revolucionarias, así que públicamente la cuestión racial fue convirtiéndose en tabú. Para otros, al lograrse la igualdad ante la ley se estaba eliminado el problema. Por ejemplo, en entrevista a Luis Sexto, el destacado intelectual José Luciano Franco señaló:

Una cosa muy grande de la Revolución es que ha extirpado la discriminación racial? Hoy en día usted entra a un restaurante de lujo y usted ve las parejas de negros, blancos. Usted ve hasta la mujer blanca con un niño negro. Eso es la Revolución. A mi juicio eso es lo más grande que tiene la Revolución ( Sexto, 2013, p. 242).

La mayoría de la intelectualidad cubana soslayó esa problemática al considerarla no importante, menor con relación al épico enfrentamiento contra el imperialismo vecino. La búsqueda de la unidad llevó a que quienes trataran de hablar de problemas en el tratamiento racial fueran mal mirados y hasta discriminados. Al respecto dice Esteban Morales (2007):

En el ámbito de la cultura se mantuvo cierto tratamiento del tema racial, pero desde la ciencia era imposible investigar y sobre todo escribir. En medio de la confrontación política de aquellos años, analizar críticamente un asunto que había sido dado como resuelto podía, según la visión política dominante en aquel momento, hacerle el juego a la división social entre los cubanos; era ganarse el calificativo de racista o divisionista o ambos a la vez (p. 36).

La dirección revolucionaria consideró que si se les daba iguales oportunidades a todos, no había porque detenerse a hacer algún análisis especial con los que habían sufrido la discriminación racial con anterioridad. Bastaba con ponerlos a todos en el mismo punto de partida para que todos llegaran juntos a la meta.

Desde el punto de vista académico se consideró resuelto el problema y así se reflejaba en los libros de textos de Historia de Cuba:

La revolución desarrolla una vasta y esclarecedora campaña por la verdadera igualdad de todos los cubanos?sin distingos de sexo o color de la piel?, no solo ante la ley sino también ante el trabajo, la educación, la recreación y todas las manifestaciones de la vida social. La vieja lacra de la discriminación racial es erradicada definitivamente y se les da un golpe decisivo a las incomprensiones aún existentes. Esta no fue una batalla fácil, pues hubo que enfrentar los prejuicios raciales arraigados durante siglos en la mente de una gran parte de los cubanos. ( Cantón y Silva, 2011, p. 34)

Sin embargo, se obvió que las mentes de los hombres trabajan a un ritmo diferente al de las estructuras sociales, que las leyes no siempre se cumplen y que en lo más recóndito de los pliegues cerebrales muchos cubanos blancos llevaban guardada la información de que los negros eran delincuentes, vagos, asesinos en potencias; y los chinos astutos, impenetrables, traicioneros. A la vez, negros y asiáticos desconfiaban de los blancos a los que veían como prepotentes, tontos, superficiales y culpaban por muchos de sus problemas.

Esa situación se mantuvo con bastante fuerza en el seno familiar, pues a pesar de que cada año aumenta el número de matrimonios mixtos y que -según los datos del último censo- la población cubana es cada día más mestiza; aún sobreviven posturas racistas discriminatorias, tanto de blancos hacia negros o asiáticos como viceversa.

La herencia recibida desde la República, donde los no blancos solo tenían acceso a los puestos de trabajo peor renumerados y se les vetaba el acceso a la cúspide del poder, llevó a que la mayoría de ellos vivieran en barrios suburbanos, con pésimas condiciones de vida y proclives a ser víctimas de la marginalidad. Solo una minoritaria burguesía negra trató de mimetizarse con los blancos y vivir junto a ellos.

La Revolución no logró resolver las necesidades de estos barrios, a pesar de sus esfuerzos, dado que es un problema que pasa en muchas ocasiones por estereotipos sociales y culturales muy difíciles de arrancar. El barrio sigue siendo en la actualidad una marca de pertenencia para muchas personas y vivir en ciertos lugares descalifica a unos a los ojos de otros.

La solución de dicha problemática pasa por varias aristas y son diversos factores que deben trabajarse mancomunadamente para resolverla, pues es una situación compleja que exige una respuesta multisectorial e interdisciplinaria que debe llegar desde la educación, en todos sus niveles. Para ello es fundamental el papel de la clase, de los medios masivos de comunicación, de la academia (como rectora de todas las investigaciones que se hacen desde la ciencia) y de los órganos de gobierno, por el poder decisorio que poseen a la hora de resolver la parte práctica del problema y su posibilidad de aportar soluciones a la situación de inferioridad de negros y mulatos.

Es evidente que la parte fundamental de la discriminación en Cuba se encuentra situada a niveles subjetivos y que cualquier solución requiere una mancomunada labor educativa-comunicativa. De ahí que resulte imposible que el binomio educación-medios de comunicación resuelvan la situación por si solos, sin el concurso de la otra parte.

Si asumimos el discurso de la sociedad como la amplia gama de hechos comunicativos que en ella acontecen, exhibiendo la complementariedad y coherencia que les impregna la cultura en un contexto histórico dado, podemos coincidir con Teun A. Van Djik (2007, p. 25) en que el aprendizaje y puesta en práctica del racismo transcurre a través de procesos comunicativos que procesan, reelaboran, trasvasan y difunden la información contenida en la conversación y relatos de todos los días, en los libros de texto, la literatura, las películas, las noticias, los programas de televisión [y] los estudios científicos ( Romay, 2015, p. 2).

Es importante analizar -por tanto- el discurso de los medios de comunicación sobre el tema y al referirse al discurso se está hablando tanto de lo que se dice como de lo que no. Los medios de comunicación tenían antes de 1959 una inclinación abiertamente racista y sin recato daban cabida a teorías supuestamente científicas sobre la ?inferioridad? del negro o promovían noticias sobre la ?barbarie? e incultura de este sector de la población. Era común que estos medios -fundamentalmente la prensa plana y radial, que eran los más desarrolladas en aquel momento- criticaran las religiones cubanas de origen africano, a las cuales tomaban como ?brujería? y símbolo del atraso de sus prácticantes; en contraposición a la religión cristiana, fundamentalmente católica, practicada por las mayorías ?blancas?.

Negros y mulatos con menos posibilidades de acceso a los medios encontraron pocas maneras para defenderse, pero lo hicieron de acuerdo a sus posibilidades. Con escasos recursos fundaron revistas y periódicos en los cuales plantearon exigencias de los más desposeídos para que fueran tomados en cuenta. Dichas publicaciones se centraron en relatar historias sobre la participación de negros y mulatos en las guerras de independencia, su heroísmo y el carácter multirracial y solidario del ejército mambí. Se promovió también la apología de aquellos que con mucho esfuerzo lograron insertarse dentro de la sociedad blanca y convertirse en intelectuales de prestigio.

Por lo general, los medios de comunicación del período pre revolucionario que mantuvieron una actitud no discriminatoria se centraban en llamar a la igualdad nacional o en exaltar los aportes de negros y mulatos a la cultura nacional, más que en criticar la discriminación existente en esa época. Sus recursos económicos eran limitados y tenían poca divulgación a nivel nacional.

El mantenimiento de los órganos de prensa dependía, además de la capacidad de los autores involucrados, del desarrollo de una adecuada infraestructura técnica y de la existencia de colaboradores en otras partes del país. Los periódicos negros generalmente carecieron de tiradas diarias: salían semanal, mensual o quincenalmente ( Fernández, 2014, p. 174).

Tras el triunfo revolucionario, los órganos de prensa y las emisoras propiedad de asociaciones de color desaparecieron junto con ellas, como parte del proceso de organización institucional de la nueva sociedad. Se sobreentendió que si el Estado se hacía cargo de defender a ?todos? eran innecesarias organizaciones dedicadas a defender ?a parte? de esta sociedad. Los medios de comunicación estatales asumieron la responsabilidad de luchar contra la discriminación, aunque en un principio no prestaron demasiada atención a la tarea.

Como los muros que protegían fortalezas militares y las verjas que privatizaban playas, el racismo legalizado e institucionalizado fue demolido en los primeros tres años de cambio revolucionario. Pero los escombros quedaron ahí porque la obra inaugural de la Revolución ?inmensa en su capacidad de generar una visión de la igualdad que se adelantaba a la realidad social desdibujando sus desequilibrios- rearticuló el mito de la paridad racial. Entonces la batalla antirracista se detuvo, gracias a la euforia idealista de una mayoría al fin emancipada y al silencio de una influyente y conservadora minoría, convencida de que lo hecho resultaba suficiente. La aspiración a la unidad, firmemente implantada en el imaginario nacional y reforzada por la hostilidad de la potencia militar más grande de la historia, acalló discrepancias y legitimó el silencio ( Romay, 2015, p. 5).

Algunos investigadores han culpado a la Segunda Declaración de la Habana (1962) de establecer el silencio sobre el tema discriminatorio dentro de los medios de comunicación cubanos, una vez que el máximo líder revolucionario declarara resuelto el asunto, junto con otros tantos logros ( Morales, 2007). Esta conclusión es discutible porque ese día no se decretó algo al respecto, sencillamente se enumeraron logros de la Revolución y fue una libérrima interpretación del discurso desde posiciones voluntaristas, la que decidió silenciar el tema discriminatorio. No existió un decreto prohibitorio, sino más bien un pacto no escrito de aceptación entre los medios de comunicación que apostaron por el discurso laudatorio y obviaron las posibles críticas a lo que estaba sucediendo.

El análisis de las causas de este silencio no puede centrarse en un solo aspecto, pues influyeron muchos fenómenos -subjetivos todos ellos- que van desde la aceptación acrítica de los postulados revolucionarios, hasta el arribismo y la burocracia. Muchos callaron por convencimiento de que, al mencionar un problema como este, se corría el riesgo de romper la unidad, se mostraba el espíritu contrarrevolucionario o sencillamente para no buscarse problemas. Además, a la vista de toda la sociedad estaban los logros en la erradicación de las lacras discriminatorias provenientes de la república burguesa: se dio acceso igualitario a todas las personas -sin importar el color de piel- al trabajo, educación y salud. Se eliminaron las sociedades exclusivas para blancos y se liquidaron las prohibiciones de acceso a los lugares públicos a negros y mulatos, quienes luego accedieron a puestos directivos en la administración del Estado. A nivel familiar creció el número de matrimonios inter raciales.

Los medios -por tanto- se centraron en reproducir estos logros durante las tres primeras décadas revolucionarias, mostrando el desmontaje de la discriminación racial y los avances en otras esferas. No existió debate sobre el tema, mucho menos investigaciones. La discriminación se enraizó en algunos nichos lejanos de la institucionalidad, como la familia y las relaciones interpersonales.

La cultura en general, si bien mantuvo una actitud semejante, permitió vislumbrar algunas muestras del racismo incubado dentro de la sociedad; por ejemplo, en el filme Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, se ve una escena donde un negro actúa como sirviente de un grupo de blancos que están debatiendo sobre el lugar de negros y latinos en la sociedad norteamericana. También la cineasta Sara Gómez, en De Cierta manera, muestra descarnadamente la situación de marginalidad en que continuaban viviendo negros y mulatos en la Revolución. Sin embargo, estas siguieron siendo manifestaciones aisladas dentro de un silencio generalizado.

En los años noventa del siglo XX, con el derrumbe del campo socialista y el empeoramiento de la situación económica del país, muchas actitudes ocultas hasta entonces resurgieron. El sector emergente de la economía (turismo, empresas mixtas) y el llamado trabajo por cuenta propia (pequeñas empresas privadas donde los propietarios se ven menos restringidos por las leyes a la hora de contratar a su personal), fueron campos propicios para esto. De repente negros y mulatos se vieron de nuevo en posiciones desfavorables al no tener acceso a estos sectores. El hecho de que la emigración cubana, en los primeros años, fuera eminentemente blanca, hizo que los beneficios de las remesas familiares llegaran en menor cuantía a negros y mulatos. Esta situación no encontró reflejo en los medios.

Del tema no se habla lo suficiente en los medios de comunicación, a pesar de su permanente y nociva incidencia en todo el entramado social. Hay cierto reparo en reconocer manifestaciones francamente discriminatorias por el color de la piel en muchos ámbitos de nuestra sociedad. Pero lo cierto es que pueden estar ahí ( Norido, 2015, p. 1).

En el mismo periodo los medios cubanos ignoraron el resurgimiento de la discriminación dentro de la sociedad. En noticieros y espacios de debate el tema siguió ausente. La prensa plana tampoco le dio cabida y eso de alguna manera contribuyó a que los prejuicios siguieran tomando fuerza. Sin embargo, los efectos de la crisis y el resurgimiento de las desigualdades sociales hicieron que, con la llegada del siglo XXI, el debate comenzara a abrirse paso en los medios, a partir de que el propio Fidel Castro planteara en el V Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) que se había caído en un error de voluntarismo al dar por resuelto el problema y que era necesario hablar sobre él.

A partir de ese momento, en varias publicaciones comenzó a hablarse del tema y surgieron dentro de la UNEAC algunos grupos dedicados a analizar y combatir la discriminación, primero con ?Color Cubano? y después con ?Comisión Aponte?. También la academia abrió el debate al respecto. Dentro de los medios masivos de comunicación el ejemplo lo dio la propia TV, cuando un espacio tan prestigioso como La mesa redonda, donde se analizan los principales temas de actualidad nacional e internacional, abrió sus puertas para ampliar la discusión.

Desde las altas esferas políticas del país se promulga un ambiente de cambios y transformaciones en los últimos años. De un modo bastante limitado, se ha propiciado un debate social sobre raza y desigualdad con el conjunto de la sociedad. Uno de estos espacios se proyectó desde La Mesa Redonda, donde se emitieron dos programas en los que se intentó poner a debate algunas cuestiones esenciales: el programa de enero de 2010 se tituló ?Una batalla cubana contra el racismo? y cinco años después -en marzo de 2015- apareció el segundo, donde se discutió ?El racismo sobre la mesa? ( Guanche y Borrego, 2016).

Así mismo, los espacios dedicados a la propaganda de la cultura cubana, de origen africano, se multiplicaron. Hubo oportunidad para las representaciones basadas en leyendas vinculadas a los orishas de la Regla de Ocha y en programas televisivos como Sonando en Cuba y Bailando en Cuba han tenido cada vez más espacio los temas africanos. Los medios de comunicación masiva, sobre todo la televisión, han dado promoción al papel de grandes patriotas negros y mulatos en las guerras de Independencia, a través de diferentes materiales audiovisuales, entre ellos ?Duaba?, con gran aceptación entre la población. Sin embargo, aún quedan insuficiencias, estando una de ellas en el sistema nacional de educación:

La educación cubana, por su parte, aún no ha asumido la problemática del color de la piel, como parte de la formación científica, cultural e histórico- política, de un estudiantado, que todavía debe enfrentar dentro de la realidad social actual la existencia de los estereotipos negativos sobre los negros y los ?no blancos? en general; los prejuicios raciales, la discriminación y el racismo. Por lo que respecto al tema de la raza, existe aún en Cuba una profunda dicotomía entre escuela y realidad social, que afecta el desarrollo cultural y político de la juventud, principalmente ( Morales, 2017, p. 6).

Los programas analíticos de diferentes carreras que se imparten en la universidad muestran aún la ausencia de este tema, desaprovechándose -por tanto- las posibilidades que dan los descubrimientos científico-técnicos actuales para desmontar las matrices falsas de opinión, creadas bajo bases discriminatorias.

Los medios de comunicación han tenido algunos avances, por ejemplo: aumento de la cantidad de negros y mulatos que trabajan como presentadores en los principales espacios informativos de la televisión nacional.

Sin embargo, pese a los avances, siguen las carencias. A los negros se le dan escasos papeles protagónicos en las telenovelas nacionales y en los seriales policiacos la mayoría de los delincuentes son negros y mulatos, mientras que los policías son blancos. Las consecuencias de la marginalidad siguen siendo presentadas como resultados de la herencia anterior a la Revolución y no se enfatiza en las diferencias por el color de la piel. Sigue siendo preocupante la falta de espacios de debate, donde exista la posibilidad para que las personas opinen sobre el tema y se le dé continuidad; pues cuando la problemática se aborda, lo hacen en un tono pedagógico y paternalista que resta credibilidad y aceptación dentro de la población. Se deben abrir foros, sin apelar a paños tibios que solo causan problemas e incomprensiones, para que la sociedad cubana ?a través de los medios de comunicación- participe en la liberación de los pueblos africanos y la lucha contra el apartheid.

Conclusiones

El debate sobre la problemática racial ha tomado fuerza en Cuba a partir de la crisis económica de los años noventa del siglo XX. Hasta esa fecha se consideraba resuelto el tema y estaba ausente en los debates de los medios de comunicación.

A partir de la agudización de los problemas económicos, la discriminación se acrecentó cuando los negros y mulatos resultaron uno de los grupos sociales más afectados, perdiendo incluso muchas conquistas que habían alcanzado en cuanto a igualdad social en el país, hasta ese momento. Al decaer la economía estatal -y con ello el salario- la principal fuente de ingreso fueron las remesas, la pequeña economía privada y/o las empresas mixtas; situación que afectó a negros y mulatos, al igual que a la mayoría de la población que depende del Estado. Sus ingresos disminuyeron y por ende afectó su nivel de vida.

En ese contexto surgieron voces que alertaban contra el surgimiento de actitudes discriminatorias en la sociedad cubana y fue necesario abrir el debate para buscar formas de enfrentarlas. La propia dirección revolucionaria dio ejemplos al respecto, propiciando el diálogo y la discusión, pero los medios de comunicación no estaban preparados para ello y aún persisten las dificultades y carencia en el tratamiento del tema, lo cual también se refleja en la educación. Persisten enfoques desactualizados, que no profundizan en las causas de las desigualdades y restan importancia al factor color de piel como desencadenante de actitudes discriminatorias, lo que lleva al victimismo en su tratamiento.

Corresponde al sistema nacional de educación y a los medios de comunicación, luchar contra esos conceptos y aprovechar todas las oportunidades que tienen para desmontar las bases fácticas de los sistemas discriminatorios, de manera que la sociedad cubana se encamine de nuevo hacia la igualdad social con que contó en las tres primeras décadas posteriores el triunfo revolucionario de enero de 1959.

Material suplementario
Referencias
Cantón Navarro, J.; y Silva León, A. (2011), Historia de Cuba 1959-1999. La Habana: Pueblo y Educación.
Cuadriello, J.D. (2009). ¿Existe una problemática racial en Cuba? Espacio Laical, 5(2), pp. 33-51.
Fernández Robaina, T. (2014). La batalla contra el racismo en la Cuba de hoy. América sin nombre, (19), pp. 121-125.
Guanche, J.C.; y Borrego Moreno, R. (2016). Raza y desigualdad en Cuba. Disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/raza-y-desigualdad-en-cuba-dossier
Morales, E. (2007). Desafíos de la problemática racial en Cuba. La Habana: Fundación Fernando Ortiz.
Morales, E. (2017). Cuba. Color de la piel, nación, identidad y cultura. Un desafío contemporáneo. Disponible en: https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/12/02/cuba-color-de-la-piel-nacion-identidad-y-cultura-un-desafio-contemporaneo-por-esteban-morales/
Norido, Y. (2015). Cuba: hay que hablar más el racismo. Disponible en: http://cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/37738-hay-que-hablar-mas-del-racismo
Sexto, L. (2013). Amigos que ya no están II. Entrevista a José Luciano Franco. La Habana: Editorial Abril.
Romay Guerra, Z. (2015). Háblame de colores. Cultura y política en el debate racial cubano. Cuadernos del CIHLA, 16(23), pp. 61-68.
Notas
Notas de autor
* Profesor de la Universidad José Martí de Sancti Spiritus (Cuba). Fue ganador del Premio Ana María Agüero de investigación en Argentina en 2016. Colaboró en los libros Canarios en Cuba y Papeles de Historia de Cabaiguán. Ha participado en los dos últimos congresos nacionales de Historia de Cuba y en varios certámenes internacionales de Historia. También ha publicado artículos en las revistas Márgenes y El Historiador. Es presidente de la Comisión Aponte contra la discriminación racial en Sancti Spíritus.
** Profesor de Historia de Cuba y de Teoría y Método de Historia Regional en la Uniss José Martí Pérez (Cuba). Cuenta con 48 años de experiencia docente y exhibe una larga trayectoria en los estudios históricos regionales de Cuba. Ha participado en eventos nacionales e internacionales dedicados a la historia y la cultura. Tienen publicaciones de artículos de índole histórica en revistas especializadas como Siga la Marcha, Márgenes y Honda. Es vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí y de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba. Miembro de la Comisión Aponte.
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